El Juego de los Exes romance Capítulo 59

Los dedos de Dalia temblaban de nerviosismo, Mencía la había sacado del baño y la llevó a la sala de empleados para cambiar de ropa.

Mencía sentía algo por Sergio. Mientras Dalia se cambiaba de ropa, ella habló de haber visto a Sergio, mencionó a Luis de Tecnología Avanzada CO., y mencionó a Gabriela y el incidente del que la acusaban.

Dalia tenía un profundo desprecio por Gabriela, vio que Mencía aún llevaba la pulsera en la muñeca, y entonces tuvo una idea.

Dalia escondió la pulsera de Mencía. Cuando Mencía se dio cuenta de que su pulsera había desaparecido, Dalia aprovechó la oportunidad para decir, "¿Quizás cuando te golpearon, alguien cogió tu pulsera?"

Al mencionar esto, Mencía naturalmente pensó en Gabriela, y comenzó a buscarla.

Mencía no creía que había hecho algo malo. Si Gabriela no había robado la pulsera, ¿no sería ella la que quedaría mal?

La persona que le gustaba estaba ahí, pasar vergüenza frente a él era peor que matarla. Así que cuando Dalia habló, Mencía estuvo de acuerdo.

"Sí, ¡no puede ser otra! Ella la robó, lo vi con mis propios ojos. Y su posición estaba fuera del alcance de las cámaras de seguridad, ¡no se pudo grabar ese momento! Creo que está intentando ganar tiempo a propósito!"

El director les pidió que se fueran, pero Mencía y Dalia se opusieron.

El director miró a Sebastián con desesperación. "Sr. Sagel, ¿qué piensa usted...?"

Sebastián tenía un rostro serio, expresando su descontento con la debilidad del director. "Álvaro, ve."

Su tono era suave, y su mirada seria.

El director no se atrevió a demorarse más, y les dijo a los guardias de seguridad, "Llévenlo."

Gabriela vio la actitud voluble del director y pensó que era gracioso, sus actitud cambió de repente. Pero no se rio, porque la Universidad de San José era después de todo su punto importante.

El director obtuvo su posición porque sabía cómo cambiar de acuerdo con la situación.

Si continuaba en esa posición, habría más y más estudiantes malentendidos como ella, así que era bueno que los inversionistas vieran su verdadera cara.

Había unos sofás en el medio de la exposición, donde los camareros ofrecían té.

Sebastián se dirigió hacia los sofás, al parecer, planeaba esperar el resultado ahí.

Gabriela sabía que Sebastián no estaba defendiéndola, como el mayor inversor de la Universidad de San José, él no permitiría que el director le avergonzara.

Él era un hombre de negocios, lo que consideraba era si este trato cumplía con sus expectativas.

Después de que él se fue, Rocío vino de inmediato, preocupada de que Gabriela fuera intimidada, la arrastró a seguir a Sebastián.

Gabriela estaba un poco impotente, pero no podía rechazarla, después de todo, Rocío tenía buenas intenciones.

Rocío arrastró a Gabriela a sentarse al lado de Sebastián.

Sebastián no la miró ni una vez, dijo indiferente, “Si tienes alguna idea, simplemente ponla en marcha, no es necesario que me lo informes.”

Lo que significaba, no los había revisado.

Discutir los planes con el jefe es una parte fundamental del trabajo, ¿cómo podría simplemente implementarlos?

Pero la actitud de Sebastián era clara, no quería interactuar mucho con ella, por lo que se quedó en silencio.

Para cuando Álvaro sacó el video de seguridad, la policía ya había llegado.

Álvaro se paró frente a Sebastián, inclinó la cabeza y dijo, “Jefe, ya lo revisé. Después de que Mencía chocara con la Srta. Penny, la pulsera todavía estaba en su muñeca. Estaba allí hasta antes de que entrara a la sala de empleados, probablemente se cayó allí.”

Al terminar, Sebastián miró a Mencía.

Mencía frunció el ceño, “¿Estás seguro? ¿Por qué tengo la sensación de que ella la robó?”

Álvaro asintió, “El video de seguridad es claro, es así.”

Aunque Mencía estaba molesta, en este momento solo podía aceptar la realidad. Después de que este incidente pasara, se encargaría de esa mujer.

“Le exigí una disculpa, eso no está mal, ¿verdad? Su actitud al hablar conmigo no fue buena, incluso habló mal de nuestra familia Mena.”