El Juego de los Exes romance Capítulo 592

Gabriela lloraba con dolor, temblaba, pero él actuaba con extrema brutalidad.

¡Auxilio!

¡Quién vendría a rescatarla!

¡Realmente le dolía mucho!

Qué humillación.

¿Quién era? ¿Quién le hacía eso?

¿Adrián?

¿O un amigo de James?

Ese olor a perfume barato, definitivamente no podía ser Sebastián.

Las lágrimas mojaron la tela que cubría sus ojos.

Pero Sebastián simplemente la volteaba, sin mirarle la cara. Hasta que ella se desmayó, él no la soltó.

Durante dos días enteros, ella no pudo comer, fue una tortura sin fin. Al principio podía llorar, al final solo se retorcía, cada vez que sentía al hombre acercarse, sus músculos se tensaban.

Todo estaba oscuro ante sus ojos, no sabía cuánto tiempo había pasado. No fue hasta que Sebastián sintió que su ira se había calmado, que la soltó, nunca le quitó la tela de los ojos.

Luego, bañó a Gabriela desmayada y la llevó de regreso a Jardín de las Rosas.

Gabriela se despertó a las 8 de la noche, todo su cuerpo estaba ardiendo. Abrió los ojos y vio el familiar techo, se sintió como si se estuviera ahogando, se asustó y se giró, pero cayó de la cama, casi se lastima.

Su teléfono estaba al lado, la fecha mostrada, ya habían pasado dos días.

Había sido violada por un extraño durante dos días. Desde el principio hasta el final, nunca tocó su cuerpo, solo la manipuló en varias posiciones humillantes, ni siquiera sabía si era alto o bajo, gordo o delgado.

Temblaba por todo su cuerpo, ni siquiera podía sostener su teléfono.

Media hora después, con dedos temblorosos, llamó a Lucía y ella vino a buscarla.

Lucía abrió la puerta y vio a Gabriela con marcas de golpes en la cara, incluso en las orejas, sus pupilas se contrajeron instantáneamente.

"Tú..."

Gabriela empezó a llorar, se derrumbó al suelo, al ver a alguien conocido se atrevió a llorar.

Lucía estaba llena de inquietud: "¿Qué te pasó?".

Los labios de Gabriela temblaron, después de un rato logró decir una frase completa: "Fui violada, durante dos días".

Las manos de Lucía se detuvieron, casi pensó que había oído mal. Vio a Gabriela llorar un rato, luego se secó las lágrimas: "Necesito ir al hospital a hacer un chequeo, preferiblemente uno privado".

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