El Juego de los Exes romance Capítulo 662

"Si nunca lo has hecho, entonces debes aprender. Si no me dejas hacértelo de esa manera, entonces solo me queda esta opción", dijo Sebastián, mostrándose mucho más abierto que Gabriela en este asunto.

Gabriela cerró los ojos y respiró profundamente, luego dijo de manera desinteresada: "Cariño, me siento muy cómoda."

El cuerpo de Sebastián se tensó y bajó la mirada hacia ella.

Era increíble, ¡no es de extrañar que pudiera ser secretaria!

Sebastián incluso consideró decir una palabra obscena, pero se contuvo y en su lugar tomó su nuca con firmeza, dándole un beso apasionado.

Después, tomó unas servilletas y limpió sus dedos. Abrió un poco la ventana del auto, permitiendo que el aire del interior y el exterior se mezclaran.

Gabriela no se atrevía a mirarlo, el viento frío que soplaba desde fuera disipó la ansiedad de su cuerpo.

Primero, Sebastián limpió con un pañuelo normal y luego con uno desinfectante, limpió cuidadosamente cada uno de sus dedos como si estuviera limpiando una valiosa obra de arte.

Gabriela no había hecho nada fuera de lugar, pero aun así no podía soportar la atmósfera opresiva.

Quería retirar sus dedos, pero él los soltó voluntariamente en ese momento.

Qué secretaria tan interesante.

Sebastián nunca había pensado que simplemente ser tratado así por una mujer le daría tanta satisfacción. Sin embargo, al pensar en que ella estaba casada, sintió cierto desdén. Después de todo, él era muy meticuloso en ese sentido.

Sebastián tenía la intención de levantar la cabeza y decir algo provocador, como: "Eres muy hábil, supongo que lo haces a menudo". Pero ella tenía la cabeza inclinada hacia afuera, su rostro tan rojo como si fuera a sangrar, y lucía tan delicada, como si pudiera saborear el dulce jugo al darle un mordisco.

Tragó todas esas palabras provocadoras, y el silencio en el auto era tan profundo que solo podía escuchar su propio latido del corazón, lo que le hizo sentir algo desconcertado.

Su corazón parecía querer saltar fuera de su garganta.

Era una sensación extraña y le causaba un poco de pánico.

Gabriela también abrió la puerta del auto en ese momento.

"Sr. Sagel, ¿puedo irme ya?"

Sebastián no dijo nada, y cuando ella bajó del auto, él se alejó conduciendo.

Gabriela estaba acostumbrada a su frialdad, así que no se sorprendió.

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