El pacto de los trillizos romance Capítulo 34

Ian afirmó con convicción:

—Es absolutamente cierto. La información proviene del sitio web oficial del Grupo López, por lo que no puede ser falsa. Lance tenía razón. La Doctora Nancy está en Kingsview. No esperaba que rechazara nuestra solicitud y ayudara al Hospital Grace en su lugar.

De repente, recordó algo y preguntó:

—Pero ahora que la Doctora García está tratándote, ¿aún deseas buscar a la Doctora Nancy?

Jean dejó de escribir y giró su silla hacia la ventana. La brillante luz de la tarde lo hizo entrecerrar los ojos.

—La Doctora Neera García solo se ha comprometido a tratarme durante diez sesiones, y no puedo asegurar su eficacia. No me gusta dejar las cosas al azar, así que todavía necesitamos buscar a la Doctora Nancy. Además, ya nos dejó plantados una vez, y no lo voy a pasar por alto. Ponte en contacto con la familia López y solicita que nos pongan en contacto con ella.

—Sí, lo haré de inmediato —respondió Ian.

Neera pasó toda la tarde revisando el historial médico del paciente.

La operación era sumamente arriesgada. No era sorprendente que Isabella estuviera tan preocupada. Sin embargo, tenía un 90% de confianza en que la operación sería exitosa.

Reflexionó un momento sobre cómo debía llevarse a cabo la operación. Cuando miró el reloj, decidió guardar los documentos y verificar qué estaban haciendo sus hijos.

Los niños ya se habían despertado de su siesta. En lugar de molestar a su madre, se habían llevado a sus cachorros al patio para jugar.

Cuando Neera salió de casa, escuchó una serie de gemidos de angustia. Miró a su alrededor y vio a los trillizos reunidos en un rincón del patio, intentando consolar a Cece.

—No tengas miedo, Cece. Te sacaremos de ahí enseguida.

—Puede doler un poco. Por favor, ten paciencia.

—Awoo... —Cece aulló de agonía. Su regordete cuerpo estaba atrapado entre dos barrotes de la valla, con la cabeza en el lado del vecino y el trasero retorciéndose en su lado.

Lucía tan adorable como cómica.

Ace y Pixie corrían en círculos y ladraban, tratando de ayudar con sus patas, pero era inútil.

Neera no pudo evitar reír ante la escena.