Valentina miró sorprendida al coordinador.
—No, señor, se equivocó... —Su voz se fue apagando mientras que su visión era bloqueada por aquella imponente figura que se había plantado frente a ella, proyectando una poderosa sombra.
Mateo dirigió una mirada cortante hacia Daniela antes de posarla sobre ella: —¡Que salga quien empezó la pelea!
La rabia que salía de él hizo que Daniela retrocediera un paso, aprovechando para empujar a Valentina hacia adelante.
Ella se estrelló contra el pecho del hombre, que era firme como una muralla de acero. Su presencia era mucho más imponente, debido a que vino de una reunión ejecutiva; con ese aire empresarial que hacía que nadie se atreviera a acercarse. La cara de Valentina se tiñó de rojo y deseó tener ojos en la espalda para fulminar a la traidora.
Como apenas le llegaba a la altura del corazón, Mateo bajó la mirada hacia ella. —¡Párate derecha! —Ella dio un paso atrás con un débil "oh". —¡Levanta la cabeza! —Ordenó y ella lo obedeció.
Él arrugó las cejas. La cara de Valentina estaba toda manchada y, aunque entre ella y Daniela habían logrado someter a Gael, la fuerza del muchacho había dejado su marca: su cabello negro estaba revuelto, su delicada cara de porcelana estaba sucia y su ropa tenía varios desgarrones. Lucía bastante lamentable. Ahora que lo miraba con esos ojos brillantes parecidos a los de un gato perdido sintió que las palabras de reproche se atoraban en su garganta.

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