El cristal polarizado permitía ver hacia afuera desde el interior, pero no al revés.
Valentina no podía ver a Mateo dentro, pero sentía su mirada sobre ellos.
¿Por qué había venido a buscarla?
Valentina se volvió hacia Luis:
—Es tarde. Quiero volver al dormitorio.
Luis sonrió.
—De acuerdo, vendré a verte otro día.
Luis subió a su Ferrari, que aceleró con un rugido mientras se alejaba.
Valentina lo vio irse. Luego, se dirigió al Rolls-Royce, abriendo la puerta trasera para poder subirse al auto.
El Rolls-Royce avanzaba suavemente. En el lujoso interior, Mateo agarraba el volante con fuerza mientras las luces nocturnas se reflejaban en su cara a través de las ventanas, como en una película, creando una visión deslumbrante.
Ella rompió el silencio:
—¿Señor Figueroa, necesita algo?
La voz magnética de Mateo sonó inusualmente fría:
—¿Realmente estás con él?
Asintió.
—Sí.
—No son compatibles.
—¿Por qué?
—¿Crees que su familia te aceptaría? Quieren una señorita de buena familia, de su mismo nivel. No podrás entrar en su casa, solo serás un entretenimiento.
Siempre la había menospreciado, probablemente ni siquiera era consciente de lo hirientes que eran sus palabras.
—Entonces solo será un entretenimiento.
¿Qué?
Las manos de Mateo se tensaron en el volante mientras la miraba por el retrovisor.
Ella le devolvió la mirada con sus hermosos ojos:


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