Daniela le guiñó un ojo con picardía. —Tu marido se portó muy bien esta vez.
—¿Valentina, el señor Figueroa es tu esposo? ¿De verdad eres la señora Figueroa? —Preguntó Aitana mirándola con asombro.
Daniela asintió. —¡Nuestra Valentina es la mismísima señora Figueroa!
—Qué afortunada eres. —dijo Aitana tomándola del brazo, con expresión de admiración.
Valentina sonrió con cierta amargura, ni ella misma sabía qué era la fortuna.
Se recostó en la cama y sacó su celular, abriendo el chat de WhatsApp de su "Esposo".
Después de dudar un momento, le envió un mensaje: "Gracias".
Una simple palabra: gracias.
Ding.
Llegó la respuesta.
La respuesta de Mateo no fue igual de simple: "¿Con qué me lo agradecerás?"
Los dedos de Valentina temblaron. No le respondió, puso el celular bajo la almohada y cerró los ojos.
...
Al día siguiente.
Aitana llegó al grupo Figueroa, ubicado en la zona más próspera de Nueva Celestia. El imponente edificio corporativo que se alzaba hasta las nubes era el mayor símbolo de dinero, estatus y poder, dejando a todos sus visitantes boquiabiertos.
Aitana entró y se dirigió a la recepcionista. —Hola, quisiera ver al señor Figueroa.
—¿Tiene cita? —Preguntó cortésmente la recepcionista.
—No, pero el señor Figueroa me conoce.
—Lo siento, sin cita no puede ver al presidente.
Ella, sin poder ocultar su decepción, se dio la vuelta para irse.
Pero en ese momento, un grupo de personas se acercaba. Entre ellos, Mateo, quién venía con varios ejecutivos de la empresa todos llevaban gafetes azules.

VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Precio del Desprecio: Dulce Venganza