Pero no podía dormir. Pronto, volvieron a sonar golpes en la puerta. Alguien más había llegado.
¿Quién sería esta vez?
Valentina abrió la puerta de la habitación y encontró a Fernando, que había venido apresuradamente. —Señora.
Valentina salió. —Fernando, ¿qué haces aquí?
Fernando lucía preocupado. —Señora, el presidente fue drogado en la casa de los Méndez. Por favor, vaya a verlo a Altabruma.
—¿No te pidió que le buscaras una mujer? No iré. —Dijo, intentando volver a la habitación.
—¡Señora! —Fernando la detuvo. —Lo que dijo el presidente fue por rabia, lo dijo a propósito para que usted lo escuchara. ¿No se dio cuenta?
La mano de Valentina se detuvo en el picaporte.
—Señora, aquel día en la villa, Luis recibió una puñalada por usted, pero no puede ver solo eso e ignorar la mano herida del presidente.
Valentina se giró lentamente y miró a Fernando. —¿Qué tiene que ver su mano conmigo?
Fernando sacó su teléfono y le mostró el video de vigilancia de aquel día. —Señora, véalo usted misma.
Reprodujo el video. Vio cómo estaba de espaldas cuando el secuaz de don Tigre intentó apuñalarla y, en ese momento crítico, Mateo se lanzó y agarró el cuchillo con la mano.
Valentina se sorprendió; no lo sabía.
—Señora, la mano izquierda del presidente se lesionó por protegerla. Esa noche, después de que usted lo golpeara, él se quedó toda la noche fuera de esta habitación. Al día siguiente, le dieron veintitrés puntos en la mano. Los médicos dijeron que, si hubiera esperado más, podría haber perdido la función de la mano. —Hizo una pausa. —Ese día, cuando el cuchillo iba hacia usted, tanto el presidente como Luis corrieron para salvarla, pero Luis estaba más cerca y llegó primero.
—¡Valentina!
En el video, los dos hombres gritaron al mismo tiempo, ambos corriendo desesperadamente hacia ella.
Ella seguía confundida. Todo había sido tan caótico ese día que sin el video nunca habría sabido lo que realmente pasó.
Y Mateo nunca lo mencionó.
Nunca imaginó que intentaría salvarla.

VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Precio del Desprecio: Dulce Venganza