—¿Que está detenida? —Valentina palideció mientras colgaba el teléfono. —Daniela, tengo que ir a la estación de policía.
—Voy contigo.
En la estación, encontraron a Camila tras las rejas. Valentina tomó las manos de su amiga. —Dime, ¿qué pasó? ¿Por qué estás aquí?
Camila, que estaba desconcertada, respondió. —Todo esto tiene que ver con la famosa Aitana. —Procedió a explicar lo sucedido. — Vino a ELLA para la sesión de fotos y necesitaba usar los cables de seguridad, pero alguien los había cortado previamente y ella se cayó. Entonces, me señaló, diciendo que me vio cortando los cables y la policía me arrestó.
Tomo una pausa. —Tienes que creerme, yo no lo hice, no corté esos cables. ¡No tengo ningún problema con ella, sería incapaz de hacerle daño!
Daniela también estaba confundida. —¿Quién habrá cortado los cables? Si Camila no lo hizo, ¿por qué ella la está acusando? No hay ningún conflicto entre ellas.
—Exacto, ¿por qué me está acusando? Nunca le he hecho nada. —Añadió Camila, perpleja.
Algo brilló en los ojos de Valentina mientras consolaba a su amiga. —Camila, no te preocupes. Iré a hablar con ella ahora mismo. Si retira la acusación, podrás salir de aquí.
Mientras se dirigían al hospital, Daniela reflexionó: —¿Por qué Aitana querría incriminar a Camila? Especialmente sabiendo que es tu mejor amiga. —Lo que Daniela apenas sospechaba, Valentina ya lo había intuido, pero permaneció en silencio.
En una de las habitaciones VIP del hospital, Aitana estaba sentada en la cama. Las revistas del calibre de ELLA tenían excelentes medidas de seguridad y, gracias a las gruesas colchonetas que había debajo de los cables, ella no había sufrido ningún daño.
Cuando Valentina y Daniela entraron a la habitación, ella no pareció sorprendida. Curvó sus labios en una sonrisa. —Han venido.
Valentina se acercó a la cama y examinó las supuestas heridas. —Aitana, ¿estás bien?

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