Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Nos sentamos a brindar con las últimas bebidas, ninguno hablábamos, solo nos mirábamos y entonces supe que yo, no le era indiferente, pues en el abrazo que nos dimos, la sentí temblar y eso me decía sin palabras, que también ella sentía por mí, algo más que una amistad, porque yo ya la había abrazado antes y no se había sentido cómo ahora, como la sentí temblar en mis brazos.
–Amaia, te he traído esto – Le entregué una hermosa caja de regalo – Espero que te guste y más que eso que te lo pongas. Se te va a ver muy bien puesto.
Sus ojos brillaron al recibir el regalo, se veía tan tierna, tan dulce, ya no la veía como esa niña que llegaba todos los días de clases, no, ya no era esa niña, ya había cambiado ante mis ojos convirtiéndose en una hermosa mujer.
–Muchas gracias, Axel – Ella volvió a abrazarme y me quede congelado – No era necesario que me compraras nada, pero sabes que te quiero.
–Yo también te quiero, te quiero mucho Amaia. – Dije casi exponiendo mis sentimientos.
–Lo voy a abrir, quiero ver lo que hay dentro – Se puso como una niña emocionada con el regalo – Axel, esto es…
Por la expresión de sus ojos, me daba cuenta de que había acertado en el regalo, porque me recordaban a ella, un alma libre, y un ángel, era muy dulce y encantadora.
–Es lo que me encantaría ponerte ahora mismo, si me permites claro.
–Sí, pónmelo, es hermoso Axel – Ella tenía los ojos cristalizados – En serio, me ha encantado.
–Claro cariño, ya te lo pongo.
Le puse el colgante en forma de alas de ángel que le había comprado y cuando lo hice y me aproximé a su cuello para ponérselo, ella se estremeció al contacto y comenzó una especie de risa nerviosa de su parte. Ya que se lo dejé puesto, ella solita, se colocó los aretes y se estaba mirando en el espejo de mi oficina. Se veía preciosa.
–En serio, muchas gracias, Axel, está increíble – Volvió a decirme – No soy mucho de usar joyas, pero me ha fascinado.
Esperaba verla con el obsequio que le había puesto, me gustaría saber que a pesar de que no le gustaba ningún tipo de joyas, este lo llevaría porque yo se lo regalé.
–Que bueno que te guste, Amaia. Esa era la intención. Quise comprar algo original, así como lo eres tú.
–Salud Axel, por ti, por mí, por mi cumpleaños – Dijo muy contenta – Eres a quién más extrañaré cuando vaya a Madrid.
Apenas me había enterado de que se iría a Madrid con el novio y ya me estaba doliendo, la iba a extrañar demasiado, porque ya me había acostumbrado a verla llegar todos los días, a verla hacer sus tareas, a ver lo dedicada que era en todo lo que hacía.
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