Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
Bajamos del auto, cruzamos el estacionamiento y para entonces yo, ya estaba llorando de nuevo. No podía más con esto, quería lanzarme a sus brazos y decirle lo mucho que lo amaba y que lo extrañaba y al mismo tiempo, ya no podía ni tenía fuerzas de hacer aquello, estaba muy resentida.
–Amaia cariño, háblame por favor – Me suplicó Axel – Te amo preciosa y lamento mucho lo que pasó aquella noche, no puedo vivir sin ti. Te prometo, te juro que, no vuelve a pasar algo cómo eso, te lo juro por lo que tú quieras, que nunca en mi vida te volveré a tratar así.
–Axel – No podía sostener su mirada – Me hiciste sentir, la peor de las mujeres, me humillaste, me utilizaste, te portaste frío conmigo y yo no puedo concebir que me hayas hecho el amor sin amor.
Rompí a llorar peor que nunca en mi vida y me senté en el piso del departamento tapando mi rostro, mientras que mis lágrimas corrían por mis manos como si de un río se tratara. Axel se arrodilló a mi lado y me abrazó. Me derrumbé en sus brazos y de pronto vi que sus lágrimas también corrían por sus mejillas, lo cual me impresionó y me terminó de desarmar por completo.
–Amaia, no vuelvas a decir eso, cariño, mírame por favor – Me pidió tiernamente – Yo, nunca te he hecho el amor sin amor. Ese día te lo hice con amor, pero no lo demostré y fui un estúpido insensible. Pero en ningún momento, he dejado de amarte y de adorarte.
–Yo tampoco a ti, mi amor – Bajé la guardia – Pero me dolió mucho, tu forma tan cruel y espantosa que tuviste de ser conmigo. Lo que más me dolió es que lloré casi toda la noche y tú te dormiste como si nada hubiera pasado.
–No Amaia, me dormí porque estaba muy cansado. Créeme que pensé en reconsiderar y abrazarte después de un rato, pero me ganó el cansancio. Te suplico que me perdones, te amo y no quiero que lo nuestro termine así cariño, por favor preciosa.
–Prométeme que, si te perdono, siempre me harás el amor con amor y nunca más quiero que seas así de frío conmigo, menos después de entregarme a ti. Si lo vuelves a hacer, siento que no podré soportarlo. – Le advertí.
–Te lo prometo mi amor, te lo prometo cariño. Te amo tanto Amaia.
–Yo te amo más que tú a mí, Axel.
Axel se puso de pie y me ayudó a levantar del piso. Me abrazó con toda la ternura que fue capaz y después de mantenernos así de pie, abrazados, me besó con mucha pasión, con mucho amor, con mucha ternura y con todo el amor que encerraba ese beso que nos dimos, que me hizo olvidar de todo lo que había pasado, queriendo en ese momento que ambos pudiéramos recuperar los días que no nos demostramos el amor.
–Amaia, quiero hacerte mía – Dijo él separándose de mí – Te necesito, preciosa. No sé cómo pude aguantar tantos días sin tenerte, así de cerca.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Socio de mi padre