¡Toe, toe! Zong Qifeng ni siquiera quiso mirar cuando alguien tocó la puerta, sino que siguió en calma y le dio permiso para entrar mientras seguía enfocado por completo en su boceto.
-La señora Yu está aquí -dijo el señor Feng tras abrir la puerta.
-¿La señora Yu? -Zong Qifeng había olvidado a esa persona.
-Es la sirvienta que trajo la señora cuando se casó y formó parte de la familia -agregó el señor Feng.
-¿Por qué está aquí? -preguntó Zong Qifeng cuando la recordó.
-No estoy seguro, pero viene con un niño pequeño. -El señor Feng revivió aquella imagen mental de la cara del niño y dijo tranquilo—: El niño debe ser hijo del joven Zong.
Ya que había servido a la familia desde hace muchos años y había visto a Zong Jinghao cuando era muy joven, pensó que el niño era una copia exacta de él cuando era niño.
-¿Qué? ¿Ahora tiene hijos? -preguntó Zong Qifeng, mirándolo en señal de confusión; entonces, abandonó su boceto y salió del estudio—. Vamos a echar un vistazo. — Mientras algunas imágenes pasaban por su cabeza, el mencionó-: Sube y pídele que venga.
Yuxiu estaba descansando en el piso de arriba ya que no se había estado sintiendo bien los últimos dos días.
—Muy bien.
El señor Feng se dio la vuelta y subió las escaleras.
Zong Qifeng fue a la sala primero, donde vio a la señora Yu y a Lin Xichen sentados en el sillón. Después de ver una pequeña cabeza detrás de sillón, él dudó por un minuto y se acercó hacia ellos. Quería ver el rostro de Lin Xichen tanto como podía.
Cuando Zong Qifeng iba hacia ellos la señora Yu se puso de pie.
—Estás aquí. -Zong Qifeng lucía tranquilo.
Ella asintió.
-Ha pasado mucho tiempo.
Aunque ambas residencias no estaban muy lejos una de la otra, ellos muy rara vez tenían la oportunidad de verse. La última vez había sido cuando Zong Jinghao se había casado y Zong Qifeng le había pedido que viniera para hacerle unas preguntas. Zong Qifeng suspiró profundo. «Es verdad que el tiempo vuela, hemos envejecido.»
—¿Y este niño? —Él miró a Lin Xichen, quien tenía piel blanca y un par de ojos brillantes, tan claros como la fresca primavera.
«Ese pequeño rostro, esos ojos...»
Lin Xichen también estaba mirándolo. Su rostro era bien definido al igual que sus ojos brillantes y estaba de pie vistiendo un atuendo con una túnica China. El niño parpadeó un par de veces nervioso mientras trataba de sostener las mangas de su propia camisa con sus
pequeñas manos. «¿Este es el abuelo? ¿Estoy soñando?»
Se sentía como en una fantasía.
La señora Yu dudó por un momento ya que no sabía que decir, pero por fin respondió:
—El joven Zong se casó una vez...
Era bastante abrupto mencionar su matrimonio, pues había sido efímero y sucedió hace mucho tiempo.
—Claro.
Zong Qifeng lo entendió, pero estaba confundido al respecto dado que si el niño era el hijo legítimo de Zong Jinghao, ¿por qué lo traería hasta ahora que estaba tan grande?
-Él se divorció de la señorita Lin antes, ¿no es así? Pero ellos nacieron antes de que se divorciaran. —Ella miraba hacia la cabeza de Lin Xichen y lo acariciaba con cariño mientras le contaba—: La señorita Lin debió estar molesta después del divorcio y por eso no le dijo nada, tampoco le dijo al joven Zong que los niños eran suyos. Por eso estoy
aquí.
Como Lin Xichen estaba ahí, ella no podía pedir explícitamente que le hicieran pruebas de paternidad a los niños y a Zong Jinghao, pues podría herir sus sentimientos.
—¿Niños? -Zong Qifeng no estaba comprendiendo.
«¿Podría ser que tenía otro niño?»
-Xichen tiene una hermana, son gemelos -le explicó sonriente la señora Yu.
-¿Gemelos? -Yuxiu estaba bajando las escaleras, se había colocado más prendas de ropa y se veía pálida como si de verdad estuviera enferma.
-Hablaremos en el estudio. -Tras notar que la señora Yu cuidaba sus palabras, Zong Qifeng ordenó a la sirvienta que cuidara al niño en la sala y le ordenó-: vale algo de comer.
-No tengo hambre -respondió Lin Xichen.
—Está bien —continuó Zong Qifeng—. Ve con ella a dar un paseo.
-Claro. Gracias.
Lin Xichen de verdad quería ver el lugar. «¿Aquí solía vivir papá cuando era joven?» Él siguió a la sirvienta lleno de expectativas.
-¿Sobré qué tienen que discutir? -preguntó Yuxiu, quien estaba en las escaleras con un semblante pálido.
-¿Te sientes mejor? -le preguntó preocupado Zong Qifeng, sosteniéndola del brazo.
-Me siento mejor -expresó ella con una gentil sonrisa-. No te preocupes por mí, no es nada serio.
-¿Crees que aún eres joven? -Zong Qifeng la miró y declaró-: Ya somos viejos.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Enamorándome de ti