Al ver que era Zong Jinghao, Lin Xichen entró en pánico y se preguntó si había hecho algo malo.
—¿Qué haces aquí?
Zong Jinghao se acercó y se sentó de un lado de su cama, ignorando por completo su pregunta, pero antes de que el niño pudiera alejarse, él lo agarró de los hombros.
—¿Tanto me odias?
—No es verdad —negó Lin Xichen.
—Sé muy bien lo que hiciste…
—¡No sé de qué estás hablando! —Lin Xichen gritó antes de que Zong Jinghao pudiera terminar su frase.
Se aferró a las blancas sábanas con sus pequeñas manos, haciendo que la tela se convirtiera en un desastre lleno de arrugas. «¿Cómo se enteró Zong Jinghao?»
—Estás usando a Bai Yinning para que compita conmigo por la atención de tu madre, ¿no es verdad? —Zong Jinghao se acarició la cabeza.
Lin Xichen abrió los ojos de par en par y arrugó el rostro en una cómica mueca.
«¿Cómo supo eso?»
—Eres mi hijo —dijo Zong Jinghao en un suspiro.
Cuando escuchó que Bai Yinning dijo que Lin Xinyan había tenido a los dos niños después de haberse divorciado de Zong Jinghao, supo que debió haber sido Lin Xichen quien se lo había dicho. Eso no era algo de lo que Lin Xinyan hablaría y no muchas personas lo sabían, ni siquiera Shen Peichuan ni Su Zhan conocían toda la historia.
Lin Xichen apretó los labios para confirmar las sospechas de Zong Jinghao. Ese niño podía engañar a cualquiera, menos a Zong Jinghao; al fin y al cabo, tenían la misma sangre.
—¿Estás enojado? —preguntó Lin Xichen, agachando la cabeza y pellizcándose los dedos.
—No estoy enojado —respondió Zong Jinghao, dándole una mirada amorosa, con una sonrisa en sus labios—. Me alegra que sepas cómo aprovecharte de otras personas.
Lin Xichen se quedó impactado. «¿Qué está pasando?» Se quedó mirando a su padre con una mirada de desconcierto en el rostro.
—El nivel más alto al que puedes llegar, es alcanzar tus objetivos a través de otros. Sin embargo, esta vez no lo hiciste de manera adecuada puesto que pude predecirlo, pero debo decir que no eres tan tonto.
Zong Jinghao usó un tono serio cuando dijo esto, pero preservaba un rastro de amor que merodeaba en sus ojos. Lin Xichen solo tenía cinco años y era capaz de urdir un complot tan complejo como ese, lo cual ya era lo bastante impresionante por su propia cuenta. El hombre se contuvo de elogiarlo de manera tan abierta, pues necesitaba dejarle en claro que no había sido suficiente. Si le hacía cumplidos, lo único que lograría sería hacerlo complaciente.
Lin Xichen resopló, ya que no estaba sorprendido por el comentario de Zong Jinghao. «Todos los demás me llenan de elogios, ¿y todo lo que obtengo de mi propio padre es que me diga que no soy “tan tonto”? Entonces, básicamente, ¿lo que me quiso decir es que soy el idiota más listo?»
—¡Es evidente que no soy tonto! ¿Por qué no apostamos? —Se rehusaba a escuchar a Zong Jinghao.
—¿Qué quieres apostar? —le respondió, asintiendo, muy interesado en la propuesta.
—¡Quiero apostar que nunca te ganarás de nuevo el corazón de mamá! —espetó Lin Xichen, levantando la barbilla.
Las palabras «no eres tan tonto» lo habían hecho enojar por completo. «¡Me aseguraré de que Zong Jinghao falle! ¡Es tan arrogante!» Zong Jinghao, a su vez, apretó los labios y se quedó callado.
—¿Estás seguro de que quieres que tu mami esté con un hombre discapacitado? —dijo, después de un rato.
—Por lo menos él está lisiado de manera física, no emocional —argumentó Lin Xichen.
Zong Jinghao no supo cómo responder a eso. «¿Acaso está insinuando que yo estoy lisiado de forma emocional?»
—Hijo…
Lin Xinyan estaba casi se impactó al ver un Rolls-Royce Phantom estacionado en la parte de atrás de la humilde casa de madera, cosa que no había visto desde que llegó allí. Echó un vistazo en dirección al anciano.
—¿Es de usted?
—No, es de mi hermana. —El anciano sacudió la cabeza—. Hay que subir.
Lin Xinyan se sintió aprensiva, pero había decidido seguirlo de todos modos.
El auto comenzó a moverse desde el momento en el que se subieron, pasando por el estrecho camino de hormigón que se adentraba cada vez más en las montañas. Aunque el invierno estaba por llegar, en el bosque había muchos árboles de hojas perennes, las cuales bloqueaban que la luz del sol pasara. Cuanto más avanzaban, el ambiente se tornaba más frío. Aquel viaje duró media hora, y después, llegaron a su destino donde había una enorme, única y grandiosa residencia con patio frente a ellos. Era una vista completamente distinta a la que tenían en aquella diminuta casa de madera en la que estaban hacía apenas media hora. Lin Xinyan descendió del auto y miró la residencia.
—¿En dónde estamos?
El anciano se quedó de pie atrás de ella con las manos en la espalda, también estaba mirando aquel lugar.
—Estamos en la casa de la familia Cheng.
—¿Cheng? —respondió Lin Xinyan.
Ella lo había estado llamando «maestro» todo ese tiempo, sin siquiera saber cuál era su apellido.
—Así es. Mi nombre es Cheng Yuwen y mi hermana es Cheng Yuxiu.
De pronto, Lin Xinyan pudo jurar que escuchó una explosión en el interior de su cabeza en ese momento. A pesar de que tenía sus sospechas, no pudo evitar sentirse conmocionada por aquellas noticias. «¿Yuxiu? ¿Cheng Yuxiu? ¿Son la misma persona? Si lo son, ¿qué otros secretos estarán escondiendo?»
—Sígueme, no hay que hacerla esperar.
Cheng Yuwen entró en la casa y tras recuperarse de la conmoción, Lin Xinyan hizo lo mismo.

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