Su ira aumentaba tanto que estaba a punto de tragárselo. Él bajó el tono de su voz mientras una de las comisuras de su boca se levantaba. Su tono era frío sin rastro de felicidad ni enojo.
-Lo que te dije no te parece importarte, ¿verdad?
Lin Xinyan comenzó a temblar sin darse cuenta.
-Su matrimonio fue arreglado, tú no tienes derecho de pedirle algo a ella -dijo He Ruize con un tono también frío.
-Si yo no tengo derecho, tú tampoco; sin importar que el matrimonio esté arreglado o no, te estás metiendo con la esposa de alguien más y eso no es de caballeros. —Él vio de lejos a He Ruize, pero miró de reojo a Lin Xinyan-. Te daré un minuto.
Él entró en el edificio mientras He Ruize se dio la vuelta para mirar a Lin Xinyan.
-No te preocupes, estoy aquí. Te acompañaré y le explicaré todo a él.
Lin Xinyan negó con la cabeza, pues se había equivocado ya que había hecho una promesa la última vez, la cual había roto.
-Está bien, Ruize. Debes irte, aún tengo que trabajar.
Lin Xinyan entró en el edificio, cuando Zong Jinghao ya se encontraba ahí; ella tomó el elevador y una vez que estuvo afuera de la oficina de Zong Jinghao, se armó de valor y tocó la puerta.
-Adelante.
Ella empujó la puerta y estaba a punto de explicarle antes de que Zong Jinghao la detuviera por completo.
-Terminemos con nuestro matrimonio ahora. -Él la miró -. Un mes es demasiado, mejor terminemos con esto ahora.
Lin Xinyan no podía hacer que sus labios dejaran de temblar. Ella creía que estaba siendo fuerte y valiente pero no era así, no era suficiente. No podía salvarse a sí misma cuando el peligro se acercaba. Si ella no hubiera encontrado a He Ruize, no habría podido salir de esa situación, quizá hasta habría muerto en manos de Shen Xiuqing y Lin Yuhan.
Zong Jinghao no quería seguir hablando, así que tomó el teléfono y dijo:
-Abogado Lee, prepare los papeles del divorcio...
-¡No! -Lin Xinyan se apresuró, y cubrió el teléfono, mientras negaba con la cabeza—. En verdad no era mi intención no llegar a casa, pero ocurrió algo anoche y por eso...
¡Ja! Los ojos de Zong Jinghao aterrizaron sobre el vestido que ella llevaba puesto y se rio de manera sombría mientras que aquel sonido parecía atravesarle la carne y la sangre.
-Te estoy dando lo que quieres, ¿no es suficiente?
Estaba claro que ella llevaba puestos unos pantalones de mezclilla y una camiseta ayer; ahora, traía puesto un vestido. ¿Qué tan alocada había sido la noche anterior para que su ropa ya no le servía?
Tal vez ella parecía encantadora, pero en realidad era salvaje y no valía la pena pasar su tiempo con una mujer de este tipo.
-¡No!
Incluso si iban a divorciarse, aún no había llegado el momento. Si ella perdía el apoyo de Zong Jinghao, regresaría al estado donde se encontraba hace ocho años: como pez fuera del agua, impotente.
Zong Jinghao la miró. Ella estaba atónita, llena de pánico y desorientada como un venado frente a las luces, sintiéndose confundida y llena de dudas. Mientras que el dolor en su corazón lo había tomado sin previo aviso, pero se burló. ¿Ella lo había estado engañando con otro hombre y aun así quería seguir casada?
«¡Absurdo! ¡Ridículo!» Él permaneció indiferente y distante.
-¿Te estoy dando la oportunidad de estar junto a ese hombre por y para siempre, y me estás diciendo que no?
Lin Xinyan entró en pánico, llena de miedo, temía que él de verdad quisiera divorciarse. En ese momento, Lin Xinyan pensó en aquel beso inesperado y sin pensarlo más, se inclinó y lo besó. El tiempo se detuvo. Zong Jinghao se quedó atónito por un segundo, bajó sus párpados y miró a la mujer que estaba besando sus labios. Había olvidado cómo reaccionar. Ella era una cualquiera en la vida real, pero sus técnicas para besar parecían las de un principiante y había una sensación familiar que lo hacía no empujarla en ese momento.
Ella volvió en sí cuando él la empujó de forma ruda. Desconcertada por el empujón, las rodillas de Lin Xinyan se debilitaron y ella se cayó de espaldas; entonces, su vestido se levantó y sus piernas quedaron expuestas. La herida volvió a abrirse de nuevo mientras que el vendaje en sus rodillas comenzaba a cubrirse de sangre, lo cual llamaba mucho la atención. El dolor azotó sus rodillas y ella no podía evitar temblar.
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