Luego, Lin Xinyan se dio la vuelta para irse.
—¿Cómo se llaman tus hijos? -Justo en el momento en el que Lin Xinyan caminó a la puerta de la habitación, una voz juguetona se escuchó desde atrás-. ¿Lin Xichen y Lin Ruixi?
Cuando llegó al país A, Zong Jinghao consiguió información detallada de los años recientes de la vida de Lin Xinyan a través de Cuan Jiang. Para su sorpresa, la mujer había tenido gemelos, que eran hermosos.
Lin Xinyan se detuvo por un momento, se dio la vuelta, y se le quedó mirando, apretando las manos con fuerza. Sabía que Cuan Jiang la había estado investigando desde el momento en el que lo vio, por lo que se molestó tanto que temblaba.
—Si necesitas que regrese para que obtengamos el certificado de divorcio, puedes decirlo; estaré más que feliz de hacerlo y, así, no me interpondré en tu felicidad. No obstante, vienes y me amenazas así, ¿no crees que es
demasiado?
Zong Jinghao todavía estaba recostado en la cama en silencio, con los brazos sobre su frente. Parecía que sentía un cansancio extremo. Por su parte, Lin Xinyan estaba de pie en la puerta sin atreverse a irse por temor a que ese hombre hiciera algo loco y lastimara a sus hijos. Después de todo, él ya sabía todo acerca de ella.
—Tengo sed.
Después de un largo rato, Zong Jinghao por fin habló, despacio y sin abrir los ojos. Lin Xinyan lo miraba enojada, pensando que quizás sería mejor si se moría de sed. Zong Jinghao se dio la vuelta de espaldas a Lin Xinyan. En un inicio, sus ojos, que estaban cerrados, ahora se habían abierto despacio con el cansancio plasmado en todo su rostro.
-¿Quieres asesinar a tu esposo dejándolo morir de sed?
Atónita, Lin Xinyan contuvo su enojo y procedió a servirle un vaso de agua que después le entregó.
—Aquí tienes.
-Dame de comer.
Zong Jinghao se volvió a dar la vuelta para ver a la mujer que estaba de pie en umbral de la puerta conteniendo su rabia y, quien gracias a esto, tenía las mejillas sonrojadas, hinchándose poco a poco. Parecía un hámster furioso, lo cual era muy lindo. Zong Jinghao no pudo evitar soltar una risilla, pero esto solo hizo que Lin Xinyan se sintiera más molesta.
—¡Vete al demonio, Zong Jinghao!
Lin Xinyan le arrojó el vaso de agua, derramándola sobre él. Sin embargo, lo peor fue que el vaso cayó sobre su pecho herido, así que él resopló en el momento en el que el vaso lo golpeó. La empapada camisa hizo que el color rojo que había debajo se revelara. Por un momento, Lin Xinyan se quedó perpleja. «No es alguien que pueda soportar el dolor, ¿verdad? ¿Qué tanto puede doler el que te golpeen con un vaso? Pero parece que sí le dolió mucho.»
-Deja de fingir. —Lin Xinyan pretendió estar tranquila.
Zong Jinghao estaba apoyado sobre sus cuatro extremidades, inmóvil y en silencio. Lin Xinyan lo miró despacio y por accidente, vio que su camisa blanca se había teñido de rojo, lo cual la hizo fruncir el ceño. «¿Por qué hay una mancha roja en su pecho?» Entonces, se inclinó para tratar de ver qué era y, al estar tan cerca de él, y debido a lo mojada que estaba su camisa, Lin Xinyan pudo ver con claridad el vendaje que cubría su pecho.
-¿Por...? ¿Por qué estás herido? -preguntó ella, impotente.
Zong Jinghao abrió los ojos y, tallando sus dedos contra las vestiduras de la cama, se quedó mirando el deslumbrante candelabro que colgaba del techo. No quería deberle demasiado a He Ruilin, pero a final de cuentas, le había fallado.
Ella era una mujer mala en todos los sentidos, pero aun así, había algo de bueno en ella y después de tantos años, sí sentía algo por ella. Ese sentimiento no tenía mucho que ver con la relación, sino con su sentido de moralidad y responsabilidad; era justo como la pregunta que ella le hizo: «¿El dinero puede comprar tantos años de juventud?» Sus largas y espesas pestañas temblaron un poco mientras miraba a Lin Xinyan, y entonces, un rastro de seriedad atravesó por sus ojos.
-Bueno, si te digo que fue por ti, ¿me creerías?
Lin Xinyan frunció sus labios con fuerza, puesto que le pareció haber visto algo de seriedad en la mirada del hombre. No obstante, lo pensó con cuidado. «No, ¿cómo pudo haber sido por mí? ¿Cómo puede gustarle una mujer que tiene hijos? Debo estar alucinando. Es más, se comprometerá con He Ruilin, ¿cree que soy tonta?»
Como era evidente que no estaba convencida, Zong Jinghao dejó escapar una risita. Quizás se estaba riendo de sí mismo, ya que no podía darle una explicación clara de lo que sentía por ella.
Lin Xinyan se inclinó para recoger el vaso; en cierto sentido, se sintió culpable por haberlo golpeado, así que le dijo con un tono suave:
-Te llevaré al hospital.
-No. -Zong Jinghao se negó con firmeza.
Lin Xinyan no tuvo otra opción.
—¿Y qué pasará con tu herida?
-Ayúdame a quitarme la ropa mojada.
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