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Encuéntrame romance Capítulo 65

Xavier estaba contemplando en como las líneas oscuras dibujaban aquella montaña desde lo lejos, las luces de la ciudad ya estaban encendidas y en sus manos tenía el décimo vaso de whisky, que estaba llevando a su estómago vacío.

Una lágrima fría comenzó a rodar por su mejilla, y de alguna forma sintió rabia cuando la vio deslizarse por su rostro.

—No seas idiota —se susurró así mismo mientras todos sus nudos iban a su garganta.

Apretó la barandilla de madera y reprimió sus ojos recordando cuando ella estuvo de pie aquí, frente a él y le dijo. Te amo.

Se tomó el líquido de golpe y fue a caminar para ir dentro de su casa, pero un mareo fuerte lo dominó haciéndolo retroceder para tomar nuevamente la baranda.

Soltó el aire y se restregó los ojos para recuperarse, y trató de caminar firme. No había comido casi nada, el estómago le ardía de una manera impresionante y su cabeza parecía estallar. No podía más con esto, ahora mismo iba a hacer su maleta e iba a buscar a Anaelise, y le importaba una mierda si ella quería venir o no.

La traería.

Caminó de forma torpe y llegó a su habitación con dificultad. Comenzó hacer una maleta colocando desordenadamente tres camisas y dos pantalones.

—No es que demore tanto, subo al avión, bajo del avión. Subo con Anaelise, bajo con Anaelise —dijo con la lengua enredada y luego buscó su móvil para buscar un vuelo.

—Buenas noches, United Airlines, ¿En qué podemos ayudarle?

—Quiero un vuelo para ya, destino a Durango… —anunció Xavier con torpeza.

—Señor, ¿usted está ebrio? —preguntaron desde el otro lado de la línea.

—¿Qué? Dije que quería un vuelo a Durango, cancelaré con mi tarjeta, el número es… ¡Espere la buscaré!

—Señor, no podemos venderle ningún pasaje, usted está en estado de ebriedad y no…

—¡Quiero un maldito vuelo!

La línea telefónica se colgó y Xavier solo apretó el móvil queriendo meter la mano por él.

Buscó el número de Kath, y puso su teléfono en la oreja mientras cerraba la maleta.

—Xavier…

—Kath… necesito que me lleves a… al aeropuerto ya mismo… por favor, ven, necesito ir por Anaelise…

—¿Estás… estás tomado?

—Ahhhss, ¿Por qué todos me preguntan eso?

—Porque ni siquiera estás pronunciando bien las palabras, quédate allí, ¿me oíste?, iré con comida…

—¡No, Kath!, no quiero comida, ¡Quiero a Anaelise!

Cox tiró el teléfono hacia la pared, y luego se haló el pelo. Se iría de cualquier forma, y aprovecharía que su amiga venía y la iba a hacer ir hasta el aeropuerto costase lo que costase.

Después de 10 minutos eternos caminando por su sala de lado a lado, y con otra copa encima, escuchó como tocaron la puerta y él se apresuró abrir, tomando su maleta.

—Kath —dijo cuando la vio de pie—. Vamos, necesito tomar un vuelo a Durango, compra mi boleto, yo me quedaré callado todo el tiempo.

A ella se le estremeció el corazón verlo así, pero faltaba poco, solo debía tener un poco más de fuerza.

—Cariño —ella lo empujó y cerró la puerta—. Vamos a ir, pero primero debes comer algo, ¿te parece?

—No, no, no, Kath, de verdad necesito ir… creo que… creo que, ahora que recuerdo, no le dije a Anaelise que yo… que yo no solo quiero vivir con ella, yo podría casarme también, quizás ella no lo entendió Kath, ella pensó que quería jugar con ella de nuevo… y puedo decirle esta vez eso…

Su amiga no pudo con la situación y fue abrazarlo fuerte mientras a ella se le nublaba la vista.

—Se lo dirás —dijo con la voz rota—. Se lo dirás, te lo prometo… pero, ¿crees que ella se impresionará si te ve así?

Cox se despegó de ella y miró su ropa.

—¿Qué, por qué? —dijo planchando su ropa con las manos, pero en un segundo levantó la vista y vio las lágrimas en el rostro de su amiga—. ¿Por qué lloras?

Ella negó.

—Es porque… sé que Anaelise se quedaría contigo, y estoy feliz por eso, pero, debemos bañarte, y debes comer, no te verá así… como un loco…

Xavier arrugó el ceño y luego llevó los dedos a sus ojos.

—Comeré, me bañaré y luego iremos al aeropuerto… Ok…

Kath sintió que la presión de sus hombros disminuyó, y fue a servir otra copa para él, debía dejarlo completamente fundido, no había otra opción.

—Tómala… luego comerás lo que te traje y te bañarás.

Xavier le quitó la copa y la bebió, se fue hacia el comedor y esperó que su amiga le sirviera.

La ducha fue la lucha más grande de toda la vida de Kath, aunque le exigió a Cox no quitarse el bóxer, ellos fueron arrancados por él, mientras ella trataba de girarse sin dejarle el brazo para que no se golpeara ante su embriaguez.

Buscó una toalla, lo llevó de forma complicada a la habitación, y le pidió que se acostara mientras buscaba su ropa.

Kath, volvió a darle otra copa de whisky, pero esta vez Xavier se la quitó y se levantó.

—Debemos ir…

—Espera —ella corrió y lo volvió a sentar—. Reservaré por teléfono, y así estaremos seguros del vuelo.

Aunque Anaelise se sentía ya lo suficientemente incómoda, le apenó la frescura con la que se desenvolvía la mujer, no tuvo otra cosa que seguir y llevar su otra maleta para guardarla.

—Hola, Kath —Saludó.

—¡Oh, lo siento, Ana!, estoy tan despistada, ha sido un día de mierda —ella vino hacia Anaelise con un abrazo que sorprendió un poco a la chica—. No vas a imaginarte lo que me pasó, debes entrar tan pronto como puedas, ese hombre se está volviendo loco.

Ana abrió los ojos, quería preguntarle de inmediato, pero vio que la mujer cerró la maleta y la instó a que se subiera. Colocando sus cinturones ella no le dio tiempo, y arrancó su auto sin preguntarle siquiera cuál sería su siguiente plan.

Cuando Ana vio que la chica estaba concentrada manejando y decidió romper el silencio, porque ya estaba lo suficientemente aterrada con la entrada que le dio.

—¿Qué pasó? —preguntó sigilosa.

—Xavier iba a buscarte a Durango, precisamente hoy… —La mujer la miró y asintió, luego tomó un suspiro—. Estaba entre enojado y decepcionado… así que tuve que irme a su casa de inmediato…

—No pude venir en menos tiempo, necesitaba dejar algunas cosas en orden —dijo Ana con recelo y se sentó derecha mirando a la carretera.

—Lo sé… sé que era necesario. Cuando llegué a su casa, él ya tenía varias copas encima, y tenía una maleta lista…

Ana restregó las manos en su cabeza y soltó el aire mientras que su cuerpo se tensaba de una forma horrible.

—Traté de darle mil razones, además de mentirle cuando hice una llamada falsa de que no había vuelos. Entonces, sí, volví a mentirle diciéndole que reservé uno a primera hora para mañana. Creo que con eso se rindió.

—¿Qué? —esta vez Ana se giró totalmente impactada.

—Calma… recuerda que es un vuelo ficticio… además, le quité las alarmas a su teléfono… claro tuve que quedarme con él más de lo necesario. Está literalmente intoxicado en su cama, casi muero al arrastrarlo a ella…

Tener esa información de Kath solo le hicieron pinchazos a Ana en el pecho. Ella no tenía nada con Xavier, pero cualquier mujer sabría que tenía lazos muy fuertes para con él como para aguantar todo esto, y además ayudar a otra mujer. No sabía si agradecerle o tener un poco de miedo, pero a últimas instancias, ella estaba aquí, ayudándola para que su plan de mierda fuese un éxito.

—Entonces, ¿pudiste tener sus llaves.? —preguntó Ana saliendo de sus pensamientos.

La mujer sonrió y luego tomó el volante con una sola mano para meter la mano en su chaqueta. En segundos sacó unas llaves que tintineó como una niña.

—Lo hice, así que te dejaré allá, y luego correrás por tu cuenta… aunque pensándolo bien, Anaelise, tienes tiempo de descansar y preparar todo para la mañana, Xavier no se despertara, está noqueado.

Ana asintió.

—Es mejor, me dará tiempo de… arreglar algunas cosas.

Kath se giró hacia ella seria, y luego forjó una sonrisa.

—Espero que todo salga bien…

—Muchas gracias… —le dijo Ana con sinceridad mientras la mujer asintió y siguió mirando el camino.

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