—Oiga, ¿aún no ha encontrado a nadie para mi casa? En nada me voy al extranjero. Pero, ¿hacen su trabajo o qué? ¿Es tan difícil encontrarme un inquilino? Mi casa está en una buena ubicación, al lado del hospital y en un buen barrio. solo necesito que alguien se ocupe de ella por mí, si encima le pago para eso. ¿Ni con eso encuentra a alguien? Si no puede encontrar a nadie con 1000 al mes, ¡le pagaré 1500! Dese prisa y búsqueme a alguien, ¡tengo el vuelo pasado mañana! —El hombre de negro tenía una mirada furiosa.
Pasó junto a Danitza con una ráfaga de viento.
El viento pasó de largo, pero la billetera del hombre se cayó al suelo mientras metía su teléfono en el bolsillo.
El hombre tenía tanta prisa que no se dio cuenta de que se le había caído su billetera.
—Señor, su billetera. —Danitza cogió la billetera y lo persiguió.
El hombre de negro no la oyó, siguió su camino con pasos rápidos. Danitza fue tras él, lo alcanzó y tiró de la camisa del hombre de negro.
—¿Sí? —El hombre de negro se giró y miró a Danitza con cara de preocupación.
—Señor, se le ha caído su billetera. —Danitza le entregó al hombre de negro su billetera.
Cuando el hombre de negro vio que era realmente su billetera, sonrió inmediatamente.
—Vaya, muchas gracias, señorita, es usted tan buena persona, he tenido tantas cosas últimamente que no me he dado cuenta de que se me ha caído mi billetera, gracias, gracias. —El hombre de negro ni siquiera había terminado de hablar cuando su teléfono volvió a sonar.
—Disculpe, tengo que atender una llamada. Señorita, espere un momento. —Danitza quería irse, pero el hombre no se lo dejaba, probablemente para agradecerle. Danitza no tenía nada que hacer en este momento, así que esperó.
—¿Ha encontrado uno? ¿Que es una familia? ¿Con tres niños? No, no, quiero que alguien cuide de mi casa, no que la destroce. Lo decoré tan bien, ¿cómo va ser posible que una familia con tres hijos pueda cuidarlo bien? Venga, busque a otro. —El hombre de negro colgó el teléfono.
—Gracias, señorita, ¿puedo invitarla a tomar algo para mostrar mi gratitud? —El hombre de negro le dijo a Danitza.
—No, no, veo que está muy ocupado, no le entretengo más. —Danitza agitó la mano precipitadamente.
—Ah, señorita, no sabe el problema que tengo. Mi casa está en una muy buena ubicación y todo está al alcance, pero tengo que ir al extranjero unos años por asuntos familiares, así que quiero encontrar a una persona adecuada para que cuide de mi casa, tampoco es que la alquilo, solo quiero que alguien la cuide, estoy dispuesto a pagar por eso, pero no encuentro a nadie. Me voy pasado mañana, ¿sabe lo ansioso que estoy? —El hombre dijo con un suspiro.
¿Una casa? Danitza acababa de escuchar al hombre de negro mencionar algo sobre una casa en su llamada, pero no había pensado en ello.
Ahora que el hombre volvió a mencionarlo, Danitza preguntó por él:
—Señor, ¿dónde está su casa? ¿Qué clase de persona necesita para cuidar de ella?
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