Narra Daniel.
Mientras la tocaba, no pude evitar preguntarme cómo diablos me había metido en esta situación. Por años he intentado detener estos sentimientos. He pasado por la culpa, la depresión, el odio hacia mí mismo y el disgusto para volver a un sentimiento del cual no podía deshacerme: la necesidad de hacerla mía. Sabía que está noche iría con sus compañeros a celebrar, estaba a punto de convertirse en una mujer, pero sabía que ella ya estaba lista para crecer, sus ojos me veían con todas las necesidades y deseos de una niña. Amelia era pura, algo inocente e intacta, todo dentro de mí quería poseerla, sin importar mí amistad de años con Fabian y mucho menos la diferencia de edad entre nosotros. Está noche dejaría a un lado toda mi moral, junto con la confianza de su padre, para bañarme en mis propios deseos más oscuros. Me había alejado de ella durante unos meses para tratar de olvidarme del deseo que sentía por ella, pero fue inútil, no lo pude lograr. Fue entonces que la seguí a su fiesta para cuidarla sin que ella se diera cuenta, pero lo que presencié fue su total ignorancia del peligro que tenía delante de ella. Ese bastardo casi estuvo a punto de violarla. Pero toda mí frustración la deposite en ese golpe.
Sin embargo, en este momento debía concentrarme en darle placer, la bese con más intensidad, luego la llevé cargada hasta mí habitación, la recosté sobre mí cama y me coloqué sobre ella. Estaba desesperado por quitarle ese maldito vestido y disfrutar de su cuerpo, la volví a besar, ella se removió y gimió de placer.
—Puedo decir por tus movimientos que estás desesperada por mí polla ¿Quieres que te ayude con el dolor que se está acumulando en tu dulce y estrecho coño?—le pregunté con lujuria. Mis palabras parecieron sorprenderla un poco, pero luego asintió—. Está bien, ahora déjame desvestirte —le dije deslizando su vestido lentamente, hasta quedar en ropa interior—.Eres jodidamente perfecta—susurre devorándola con la mirada, luego desabroche su brasiel, cuando lo hice ella se cubrió con sus manos algo apenada—.No te escondes, déjame disfrutar de tu cuerpo —mencioné, luego bese sus pezones uno a la vez, estos se pusieron duros, ella se estremecía del placer, mientras lo hacía coloqué mí mano debajo de sus bragas, para tocar su coño, al sentirme gimió aún más—. Estás tan jodidamente mojada, parece que tendré que limpiar este desastre que hiciste para quitar esta opresión que sientes—dije con deseo—. Tú quieres eso, ¿no es así? ¿Quieres que me ocupe de tu coño? —pregunte, ella cerró los ojos estaba completamente excitada— . Solo pídemelo, necesito oírte decirlo—le mencioné.
Ella dejó salir un suspiro de excitación.
—Te lo pido, limpia mí coño—respondió realmente excitada.
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