{......Narra Taylor......}
Mi cuerpo se sentía ligero como una pluma flotando en el viento, me dejé llevar por los pasillos de nuestra casa como lo hace una hoja al caer de los árboles en pleno otoño, estaba feliz de poder despertar en los brazos de mi amado un viernes por la tarde, eran cerca de las ocho de la noche y luego de ducharme por segunda vez en el día con él, bajé a buscar algo para comer luego de todo el ejercicio que hicimos en la cama.
Mi cuerpo estaba cubierto por un pantalón corto que encontré en mi armario de casualidad, no me puse ropa interior al sólo tener intención de buscar lo que mi estómago pedía.
Quería pastel, pero obviamente debía ponerle las velas primero, así que concertadamente me dedicaba a posicionar las velas tratando de que no dañara el diseño, al menos hasta que sentí las inigualables manos de Jeff que bajaban por mi ombligo antes de posicionarse en mi cintura.
A los pocos segundos sus manos se deslizaban más hacia abajo, por lo que miré en dirección a mi entrepierna observando como sus manos sostenían mi pene y mis caderas creaban un inigualable movimiento.
Suspiré, él comenzó a besar mi cuello mientras yo buscaba que sus manos se movieran más rápido, terminé de encender las velas cuándo dije en medio de suspiros "feliz cumpleaños, Jeff" mientras él pasaba su lengua por mi cuello, yo por otro lado llevé mi mano derecha hasta mi entrepierna con la intención de seguir el movimiento que hacían sus manos.
–Ahora es cuando pido los tres deseos ¿No?– preguntó en un tono coqueto.
–S-Sí...– respondí de forma débil, inclinando mi cabeza hacia atrás.
–Deseo hacer el amor contigo por el resto de mis días– movió más deprisa su mano.
–nngh...n-no debes decirlo en voz alta.
Me inclinó en la superficie del mueble moviendo la torta aún lado, soltó un "hmm"– diciendo su segundo deseó en silencio y para cuándo pedía el tercer deseo me bajó el pantalón corto frotando su pene en mi entrada, mi boca no tardó en liberar los suspiros que causaban sus acciones.
–Y, por último, deseo ser el único que pueda entrar en ti...
–¡ahh...! ¡Jeff!–solté al meter la cabeza de su pene en mí– todo... por...favor.
Jeff rio mientras su pecho se pegaba con mi espalda logrando que lo sintiera cada vez más profundo antes de que soplara las velas y comenzara a crear el delicioso movimiento que me embiste, estaba mojado, su pene estaba caliente, duro y enorme, si esto es lo que quiere de mí en cada cumpleaños, estoy con enormes ansias de recibir su próximo cumpleaños, no sé quién está disfrutando más de este día, si él o yo, pero vaya que se siente bien ser suyo cada vez que lo desea.
–No acabes antes que yo...– me dijo antes de embestirme más rápido.
–¡ah...! ¡Ahh...! Más... más fuerte...
–Eres un pervertido mi amor... ah...
–No hace falta– habló aquel hombre– no hemos venido en su búsqueda, te estábamos buscando a ti.
Lo miré sin entender, me acerqué a ellos escuchando como Jeff desde el comedor me llamaba y al contestar él caminó hacia mí, saludó a ambos hombres con respeto estrechando sus manos, lo raro fue ver cómo me miraba y sin tener que decir algo Jeff ya sabía que me andaban buscando, me senté frente a ellos esperando que mi novio y único apoyo se sentara a mi lado, Jeff lo hizo sin problema dejando que yo entrelazara sus dedos con los míos.
–Antes que nada, él es mi hijo, John Adams y...
–Creo que soy tu padre– habló aquel hombre sorprendiéndome, incluso me reí de forma nerviosa levantándome de mi asiento alejándome de ellos– no te asustes, conozco a Rebeca, tu "madre"– dijo haciendo comillas con sus dedos– ella te robó cuando tenías dos años, tu madre, tu verdadera madre se llamaba Elena, era una mujer hermosa que tenía una mirada dulce y angelical como la tuya.
–Lo lamento, pero creo que se está equivocando de persona– aquel hombre se acercó a mí.
–Quizás, pero ¿me dejarías hacer una prueba de ADN...?
Mi mente estaba en blanco, mire a Jeff y este no me decía nada que me hiciera entender que esto era una broma, no puedo negar que aquel hombre tenía ciertos rasgos en su rostro como los que tengo yo, pero eso no significaba que fuera mi padre, mi padre murió, es imposible que un hombre adinerado sea mi padre, además ¿Por qué ahora?
Me quedé en silencio, no perdía nada si decía que no, además nada le aseguraba que yo sería su hijo, no perdía absolutamente nada diciéndole un sí o un no, por esa razón respondí con un "sí" inseguro de hacerlo, no quería decepcionar a ese hombre con esperanzas positivas, no quería acabar con la ilusión que tenía por encontrar a su hijo.

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