¿Inconveniente?
Naomí inclinó la cabeza. Un aura se acumularó en un par de ojos, fijando la mirada en Débora por un momento. Luego, de repente se le curvaron los labios y sonrió, -¿Por qué es inconvenible? A mí no me parece ningún inconveniente.
Como había decidido por sí misma, esa vez quería entrar en el corazón de Diego.
Si ella quería estar a su lado, debería haber más ocasiones como esa en el futuro. Cosas como la de hoy también podría suceder.
¿Hay que escaparse todo el tiempo?
Débora se sorprendió.
-¿Qué…?
-No te has equivocado. Asistí con Diego al banquete esta noche. Soy su compañera. ¿Tienes algún problema?
Diego...
Débora estaba un poco aturdida por oír que llamó directamente el nombre del presidente. Se le hundió el corazón de repente. Débora le dio una sonrisa.
-No te pongas nerviosa. No tengo mala intención, pero tengo curiosidad de veros caminar juntos. Porque escuché a mi padre decir que... en el pasado, el presidente Diego siempre asistía a los banquetes sin compañera, así que me sentí bastante sorprendida cuando lo vi esta vez.
-Bueno, eso es -Naomí también mostró una sonrisa amable como ella, y parpadeó, -Pensé que estás aquí para indagar las noticias.
Una frase sencilla hizo que el latido del corazón de Débora se perdiese medio. Ante los ojos agudos de Naomí, ¿Débora realmente se sintió un poco insoportable?
“¿Qué me pasa?”
“¿De dónde le viene la valentía a esta niña?” pensaba.
De hecho, Naomí estaba haciendo una mueca en su corazón y sacando la lengua en ese momento. Si estuviese en el pasado, nunca se atrevería a testificarlo contra ella sin rodeos. Como había estado al lado de Xenia durante mucho tiempo, por lo tanto, naturalmente, también aprendió un poco.
Era apropiado usarlo para refutarle.
-¿Por qué? ¿Cómo podría ser? ¿Cómo podría indagar la noticia? -Débora sonrió torpemente, y luego se explicó por sí misma, -No me consideres como ese tipo de chica mala. Te digo sin mentria que hay mucha gente que quiere al presidente Diego. De hecho, pero no deberé ser una de ellas. Solo tengo curiosidad. No te preocupes.
-Bien. Es solo curiosidad. Entonces no te lo diré -Naomí mostró una sonrisa dulce e inocente-. De todos modos, solo eres curiosa, así que no importa si lo sabes o no.
Débora se calló.
Tenía mucha razón que no se pudo refutarlo.
Esa mujer se vio bien educada y atractiva, pero no esperaba que fuese tan difícil de llevarse. Débora estaba a punto de ponerle trabas.
Se oyó un sonido constante de pasos de repente allí.
Después de escuchar el sonido de pasos, Naomí, quien originalmente era peculiar, miró al que venía, preguntándose si vendrían a arruinar la tranquilidad, ¿no? Sin embargo, había sido destruida por la mujer que tenía enfrente, aunque se sentía muy molesta, sería mucho mejor que el banquete.
Al notar a Diego y al anfitrión del banquete acercarse, desapareció la sonrisa ligeramente astuta en el rostro de Naomí, reemplazada por una mirada obediente.
Débora la vio cambiar de cara tan rápido, miró a la gente que venía y luego respiró profundamente.
En realidad, fue el presidente Diego quien se acercó.
¿Por qué vino aquí?
La había conocido antes, y ella había hablado con Diego. Si Diego llegó en ese momento, ¿sentiría que había venido a crear problemas a propósito?
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