Pasando por una esquina, no vio a Bernabé, a Xenia no le importaba mucho porque este supermercado no era tan grande para perderlo de vista, pensando que Bernabé estaba divirtiéndose escondido.
Empujando un carrito de compras, Xenia dijo, -Bernabé, yo quise llamar a tu tío, pero pasa es que estos días él está de mal humor, y mamá le tengo mucho miedo. Mira, mi querido, hágame este favor, que lo llames, ¿de acuerdo?-
-Además, ¿no crees que es más apropiado que tú lo llames? Porque eres un niño, y te quiere mucho, no estará enfadado contigo, pero conmigo, sabes que estamos discutiendo aún.-
-Piénsalo, mi querido. No quieres que nos deje de visitar, ¿cierto? Hágame este favor, Bernabé, que tú lo llames, ¿está bien?-
Aunque Xenia dijo un montón, no recibió ninguna respuesta suya.
En este momento, Xenia estaba un poco molesta, diciendo, -Bernabé, ¿por qué no me respondes? ¿No estás de acuerdo con este plan? Si no quieres hacerlo, lo hago yo.-
Sin embargo, nada respuesta. Xenia se sintió un poco extraño, por lo que empezó a buscarlo empujando el carrito de compras.
Dando muchas vueltas sin verlo, se volvió nerviosa.
-Bernabé, no me escondas, por favor.-
-Si sigues escondiéndome, estaré enfadada.-
-En serio estoy enfadada.-
Sin embargo, nada respuesta.
Xenia se sintió tan nerviosa que se volvió pálida. Cuanto más nerviosa estaba, más apretaba el carrito. Al final lo dejó de lado y empezó a buscarlo por todas partes.
-Bernabé, ¿dónde estás?- dijo Xenia murmurando su nombre.
Pero no le respondió, y Xenia estaba aún más nerviosa.
“¿Acaso…?” ella pensó.
Se detuvo de repente porque pensó a Bianca con quien encontró hoy en la Comisaría.
“A pesar de haberme confesado por lo que había hecho, notaba aún mucho odio en sus ojos.” pensó Xenia.
“Pero, ¿si es capaz de cometer un delito así, podré seguir confiando en ella? Bernabé es un niño comprendido y bien educado, ¿cómo es posible que me deje?” Xenia pensó.
“¿Qué coño está pasando?” pensándolo, de sus ojos empezaron a brotar las lágrimas.
Se detuvo de repente cuando pasó por la siguiente esquina, porque vio a una figura tan pequeña y tan familiar.
Se quedó atónita durante unos segundos y se lanzó a abrazarlo con mucha fuerza.
-Bernabé, qué susto me has dado. Ha sido todo mi culpa, no vuelvas a alejarme, ¿me oyes?-
Abrazado por Xenia, Bernabé no recuperó la conciencia hasta varios segundos, la miró sin decir nada.
-¿Me oyes? No vuelvas a esconderme, prométeme.-
Viéndolo callado, Xenia fijó los ojos en los suyos y repitió.
Parpadeando, Bernabé la abrazó por el cuello y dijo, -Mamá, estoy bien.-
Viéndolo así tan pequeño y débil, Xenia decidió no perderlo de vista jamás y lo tenía controlado en su abrazo.
-No vuelvas a hacerlo, mi querido, no soportaré ni un caso más.-
-Sí, mamá…-
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