Debido a que el asunto del conejo les dio una impresión tan mala, después de salir la gente de administración, Naomí fregó el suelo donde había puesto la caja, pero varias veces después, seguía sentirse mala.
-¿Cómo siento lo sangriento tan fuerte en casa?-
Al oírlo, Xenia frunció el cejo, dio la vuelta para abrir las ventanas, de donde vino el viento frío, lo que disipó el olor sangriento del conejo muerto.
Pero Naomí no parecía lo suficiente, sacó el perfume del bolso, lo puso en todas partes de la casa.
Al verla tranquila, Xenia dijo, -Dúchate, y luego nos preparamos a cenar fuera.-
Naomí dijo, -¿Salimos a esta hora? Ya está muy tarde, ¿no es peligroso?-
Todavía se sentía mala por dentro.
Al pensarlo bien, Xenia también creía que era un poco peligroso salir de casa para cenar, siguió, -De nada, comemos pasta en casa.-
Por eso, las dos volvieron a la habitación para ducharse, y luego cocinaron pasta para comer.
Bernabé volvió a su habitación sin ver nada, por eso nada veía ni sabía.
En ese momento, tenía hambre, así comió feliz la pasta cocinada por Xenia.
Sin embargo, entre los tres, solo él tenía un buen apetito.
Naomí y Xenia se sentaron cara a cara sin coger ni los palillos.
No tenía ningún apetito.
Después de enfrentarse con esa escena tan sangrienta, verdaderamente no tenían apetito al ver la pasta.
Naomí dio un guiño a Xenia, -¿Tú…tú no comes?-
Xenia levantó la mirada, que cayó en la cara de Naomí.
-¿Y tú?-
Naomí sonrió, -No tengo apetito.-
Xenia también sonrió sin decir nada.
A su lado, Bernabé levantó la cabeza, miró curiosamente a las dos, -Mamá, tía Naomí, ¿estáis bien?-
Una mano le tocó la cabeza, dijo suave, -Cómelo, y luego puedes ver la tele, a ducharte, y llega a la hora de acostarte.-
-Pero, mamá, ¿no tenéis hambre?-
Xenia sonrió, dijo en voz baja, -No tengo hambre ahora, come primero, más tarde, si tenemos hambre, comeremos.-
-Vale.- Bernabé asintió con la cabeza, siguió comiendo.
Pero esta vez comió de prisa, y luego puso los palillos en la mesa, dijo, -Mamá, estoy lleno, hoy no quiero ver la tela, ¿podría usar el ordenador de mamá?-
-Por supuesto, úsalo, pero no te acuestes tan tarde.-
-Hasta mañana mamá, hasta mañana tía Naomí.-
Lo vieron subiendo y luego entrando en la habitación. Las dos recogieron las miradas. Naomí dio un suspiro, mirando la pasta frente y tocando el estómago.
Salió un sonido fuerte.
-Tengo hambre, pero no tengo gana de comer, ¿cómo puedo hacer?-
El estómago se le soñó también a Xenia. De hecho, sin comer nada durante todo el día, tenía hambre.
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