-Entonces,- Naomí dijo, -Bernabé, con Simón…-
-No va a pasar nada.- Sonrió Xenia, -Le falta tiempo para pasarlo. Bernabé es listo, además, es su hijo biológico, no va a pasar nada.-
Escuchando sus palabras, Naomí estaba más tranquila, -Vale, esperamos que todo vaya bien.-
-Vete a descansar, siento mucho por la molestia.-
-Tú también, descansas.-
Cuando Naomí caminó hacia la habitación, la advirtió Xenia, -No se lo digas a mi hermano, sé que me preocupas, pero no hace falta que se entere de todo.-
Se detuvo Naomí, y volvió la cabeza, -Vale, tranquila.-
Apenas Simón arrancó el coche, Bernabé le preguntó con ternura, -¿A dónde vamos, tío Simón?-
Sin darse cuenta, Simón tembló y le contestó en un sorprendente tono de ternura, -No me llames tío, soy tu padre.-
Lo miró Bernabé con los ojos inocentes.
-Venga, llámame papá.- Lo dijo con un respiro precipitado, pero Bernabé no dijo nada.
Durante el silencio, le echó una furtiva mirada, -¿Por qué no abres la boca?-
Con un minuto de silencio, Bernabé dijo, -No lo quiero.-
-¿Por qué?- le preguntó triste.
-Porque mamá no me confirmó que eres mi padre, así no te llamaré papá.-
Sonrió Simón y le explicó, -Pero tu mamá tampoco negó mi identidad, además, con lo similares que nos parecemos, si no soy tu padre, ¿quién será?-
Luego Bernabé se le acercó para observarle con atención, y le contestó en un tono enojado, con los brazos cruzados, -Aunque nos parecemos, no te llamaré papá.-
-¿Y eso por qué?-
-No admito que eres mi papá.-
Sus palabras se hundieron de repente en su espina dorsal, como una estocada hasta la cruz.
Le preguntó, -¿Podría saber por qué?-
En este momento Simón no se sintió nada más que confuso y emocionado, porque en este mundo le quedaba nadie más querido sino Raquel, y ahora se enteró de que tenía un hijo biológico. Como si le hubiera salvado de las vidas oscuras, sus sentimientos eran complicados.
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