Apenas entró a la oficina, Xenia ya vio a Giuliana con un rostro pálido, apoyada contra la puerta.
-¿Pasó algo? -preguntó Xenia.
La miró con decepción en los ojos, -Pensé que eras un persona responsable.
Escuchando sus palabras, Xenia se quedó aturdida y le preguntó -¿Qué pasó?
-¿Recuerdas mis palabras cuando te mandé hacer la limpia? -dijo Giuliana.
-Dijiste que Señor Simón tenía extrema exigencia sobre la limpieza, así que no debería dejar ni un rastro de polvo -Xenia repitió sus palabras de memoria.
-¿Y cómo lo hiciste?
Xenia dijo en serio, -Claro que lo hice según tus consejos.
“¡Sólo el Dios sabe cuánto esfuerzo había dedicado para mantener este trabajo!” pensó Xenia.
-¿Segura que lo hiciste bien? -la clavó sus ojos y en ellos vio nada más que firmeza y seriedad, pensando, “Si no mintió, ¿por qué Señor Simón se puso tan enfadado?”
Al final, Giuliana dijo, -Ven conmigo.
La siguió atrás Xenia, y la tensión llegó en este momento a su máximo, temerosa de ser despedida con sólo dos días de trabajo.
“Entonces todos los esfuerzos que he hecho serán para nada.” Pensó Xenia, “No lo permitiré. Tengo que arreglarme.”
Se rompió las muelas tratando de concentrar todo su pensamiento en los remedios, sin embargo, cuánto más se esforzaba, más se quedaba en blanco.
Aproximándose a la puerta de su oficina, su corazón empezó a latirse tan rápido como si se le saliera en el próximo segundo.
-Señor Simón -Giuliana golpeó suavemente la puerta a pesar de estar abierta.
-Adelante -la contestó en un tono frío.
Se notaba un visible mal humor tanto en él, como en la oficina.
En este instante, Giuliana respiró profundo y dijo a Xenia, -Entra tú.
Viendo su sonrisa forzosa, Xenia murmuró, -Giuliana, yo…
Sin ninguna demora, Giuliana la empujó directo a su oficina murmurando, -¡Suerte!
Apenas tuvo tiempo para la explicación, Giuliana ya desapreció como un fantasma.
-¿Qué haces ahí inmóvil? -la interrogó Simón, con su habitual tono de frialdad, -Mira lo que has hecho la supuesta limpia.
Escuchando sus palabras heladas, Xenia se le acercó explicando, -Señor Simón… -Xenia le llamó con el nombre que no le era familiar.
Cuando Xenia estaba a su lado, Simón olfateó de pronto el olor de su cuerpo, normal, pero le gustaba algo.
Simón lanzó una mirada furtiva a Xenia, quien bajó las miradas, con un rostro inocente.
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