“Lo podré ver.” Pensó Xenia y acarició su vientre.
Normalmente a esta hora debería volver a casa y descansar temprano siendo una embarazada, pero el encuentro con Simón le pareció más interesante.
Viendo que le interesaba, Anthony siguió, -Un chance que no vas a tener luego, ¿vienes?
Lo miró Xenia, dudando.
Entonces Anthony le mostró el teléfono explicando, -Mira, acabo de invitarle para la cena. Con lo tarde que trabajabas, ¿no tienes hambre? ¡Venga!
Escuchando sus palabras sinceras, Xenia se ablandó un poco.
Quería tener más contactos con Simón para que recuperara lo antes posible su memoria.
-Pero… -detuvo Xenia, pensando que siendo una novata como ella, cenar junto con el señor presidente de la empresa no sería apropiado.
-No dudes más, ¡venga! -la apresuró Anthony, quien bajó del coche directo y le agarró los abrazos para meterla en el coche.
Luego sonrió Anthony.
-¡Vámonos!
Anthony arrancó el coche, y Xenia volvió la cabeza para presenciar el paisaje desde la ventana.
“De hecho, los paisajes son casi iguales como los de la patria, la diferencia consiste en la persona que te acompaña.” Pensó Xenia, mirando las iluminadas luces brillando en los altos edificios.
Mientras Anthony la observó atentamente desde el espejo delantero y descubrió que ella era más hermosa de lo que se imaginaba.
No era de las mujeres que te sorprendieron a la primera vista, pero cada vez que la viste, encontrarías algo diferente en su rostro.
Sobre todo, sus miradas, eran claras como las aguas transparentes del lago, frías pero tranquilas.
“No cabe duda de que Simón goza de un buen gusto.” Pensó Anthony.
Al principio, pensó que era una mujer sencilla, aspirada a la fama y la plata, ahora la vio cada vez más misteriosa como un tesoro, y su índole apacible despertó en él mucho interés.
Entonces la preguntó, -¿Cuánto tiempo os conocéis?
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