Xenia estaba tan nerviosa que le costó un gran esfuerzo pronunciar esas palabras. Simón miró su pálido rostro y se burló, -¿No debeía saberlo?
Xenia no sabía cómo explicárselo a Simón, y sólo pudo quedarse allí callada. Simón sintió frustración ante su silencio, y luego continuó preguntando, -¿Querías seguir ocultando eso de mí para siempre?
Xenia se negó moviendo la cabeza, -¡No es así!
Simón comenzó a reírse de sí mismo, diciendo, -A tus ojos, soy un tonto fácil de engañar, ¿verdad?
Luego se levantó del sofá y se acercó a Xenia, con una cara indiferente y ojos llenos de ira.
Mientras Simón se le acercó, ella retrocedía hasta que su espalda quedó contra la fría y dura pared. Al final, le suplicó con lágrimas, -¡Cálmate, por favor! Nunca quería engañarte, nunca...
Antes de que Xenia pudiera terminar sus palabras, su muñeca fue sujetada por Simón de manera muy violenta, y luego levantada por encima de su cabeza.
Simón se enfadó y le gritó, -¿No me queías engañar? Entonces, dime de quién es el bebé que tienes en tu vientre? Llevamos juntos no más de mese, ¿cómo vas a tener un embarazo de tres meses?
Hasta aquel entonces Xenia se quedó convencida de que él se había enterado de todo, incluso un embarazo de tres meses. Quiso preguntarle por qué no lo había hablado con ella, pero fue adelantada por Simón.
Simón le preguntó, -Quieres preguntarme por qué antes no te he dicho nada, ¿cierto?
Ella se quedó boquiabierta al escuchar sus palabras.¿Acaso él sabía leer su mente?
Simón miró a la mujer de rostro exquisito que tenía delante, y hasta el momento, ella aún tenía miradas muy limpias como el agua, sin una sola impureza. Él quería seguir el consejo de Xenia para calmarse, pero se volvía aún más loco cuando recordó que ella estaba embarazada por estar con otro hombre.
Mientras pensó que ella tenía tanto amor a ese feto, Simón casi perdió la cabeza por los celos. Aunque a ella le había prometido que la crearía pasara lo que pasara y le daría la oportunidad de explicarse, no era capaz de cumplir con sus palabras en ese momento.
-¿Dime de quién es este bebé? ¿Te acercaste a mí con motivos ocultos? ¿Me parezco tanto al padre del niño que te equivocaste de persona cuando nos conocimos? Ahora estás conmigo simplemente porque me tomas como su sustituto, ¿verdad?- Preguntó, con una voz cada vez más fuerte y emotiva.
La fuerza de Simón era tan grande que la muñeca de Xenia estuviera a punto de ser aplastada. Ella sudaba por el dolor y le rogó que se calmara primero.¿Pero él cómo podría hacerlo?
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