Desde que Simón llevó Bernabé al dormitorio, los dos no salieron.
Nadie sabía qué estaban haciendo en la habitación.
Xenia pensaba por un rato y abrió la puerta. Cuando entró en el dormitorio, se encontró que las dos personas se sentaban en la alfombra, mirándoles.
Parecía que no era un buen tiempo para ella a interrumpirles, Simón y Bernabé no hablaban en ese momento.
-¿Qué hacéis aquí? -preguntó Xenia.
Al oír de su voz, Bernabé se levantó inmediatamente, y luego corrió muy rápido a ella.
-¡Mamá! -gritó Berbabé.
Casi consiguió a abarcarle a su pierna, Bernabé se paró bruscamente.
Bernabé estaba ante Xenia, mirándola, y recordó las palabras de su padre.
-Desde hoy, no te acerques a Xenia frecuentemente -Las palabras de Simón existió en la mente de Bernabé.
Y tras estas palabras, Bernabé creyó que era injusto y preguntó, -¿por qué?
Bernabé pensaba, -eres un padre tan malo, tratas de mamá muy mal, para colmo, no me permites a acercarme a mamá.
Simón dijo en tono frío, -¿no me has oído? Xenia está embarazada, no actúes como antes, no le abarques, ni te lances a ella. ¿Entendido?
Bernabé estaba muy enojado, pero tenía que admitir que tenía razón, y había oído las palabras de Raquel.
Ahora mamá estaba débil y necesitaba más cuidado, por eso no pudo actuar como antes que pediría a su madre a abarcarle.
-¡Qué lata!- pensaba Bernabé.
Después de pensar por un rato, Bernabé declaró, -bueno, si no lo puedo hacer, tú tampoco. Soy un niño, pero ya eres un adulto, no puedes acercarte a mamá.
Con sus palabras, Simón fruncía el entrecejo.
-Soy mesurado -Negó Simón.
-¡No! -gritó Bernabé.
Cuando el padre y su hijo estaban enzarzados en una acalorada discusión sobre ese asunto, Xenia entró, por eso las dos personas quedaron en silencio tácitamente.
Al fin y al cabo, no les gustó que Xenia supiera ese tema.
Sin embargo, cuando veía a Xenia, Bernabé corrió a su mamá para pedir un abrazo inconscientemente.
Recordó el diálogo entre Simón y él inmediatamente, por eso se paró.
Xenia miraba a Bernabé con una mirada perpleja.
-¿Qué pasó?- preguntó Xenia.
Sin dudas que su hijito quería abarcarle, pero se paró de repente, su conducta dejó Xenia en confusión.
Bernabé pestañeó sus ojos claros, y explicó con su voz inmadura, -papá me ha dicho que estás embarazada, por eso no puedo acercarte frecuentemente, todo esto es para proteger el bebé de peligros.
Xenia no habló nada y giró sus miradas a Simón.
Nunca pensó que hablarían las cosas así en la habitación.
-No importa, si no choques con mi barriga, no hay ningún problema.- Dijo Xenia, se acuclillaba y acariciaba la cabeza de Bernabé con una sonrisa en su boca.
En seguida, Bernabé meneó la cabeza en señal de rechazo puramente, se encontró firmeza en sus ojos.
-No puede ser, mamá, es un tratado entre papá y yo, no podemos acercarnos a mamá frecuentemente.- Respondió Bernabé.
Al oír sus palabras, Simón le miraba con los ojos entrecerrados, era un sentido de peligro, y no recordó cuándo lo dijo. A ver, Bernabé era más asustado que el de su imaginación.
Por lo tanto, Simón se levantó, y cogió a Bernabé directamente.
-Sí, trato hecho.- Dijo Simón.
Bernabé pensaba, -papá lo ha admitido ante Xenia, Dios mío, no lo puedo creer. ¡Ah! Entendido, no va a cumplir el compromiso absolutamente.
Estaba a punto de decir algo, pero fue interrumpido por Xenia.
-Naomí ha preparado los fideos, vamos a comerlos ahora, es muy tarde y no tardará mucho de acostarse.- Dijo Xenia.
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