— Mi papi no se podrá subir a los juegos conmigo, ¿Tú podrás hacerlo en su lugar? — Cuestionó Luna cuando ya iban llegando al parque.
— Por supuesto que si pequeña. — Afirmó Aria con una sonrisa.
— Max también puede hacerlo. — Intervino Lucien, no quería que su hija se a acostumbrara demasiado a la presencia de Aria en sus vidas, porque cuando se fuera, Luna podría salir lastimada.
— No, yo quiero hacerlo con Aria. — Se negó Luna haciendo un puchero.
— A mí me encantaría acompañarla, yo también tengo muchas ganas de subirme a los juegos. — Aseguró Aria.
— Está bien. — Suspiró Lucien.
— Que rápido me traicionaste pequeña. — Se quejó Max con una sonrisa mientras se estacionaba en el lugar.
— No lo hice, solo que a veces eres un poco aburrido tío. — Aclaró Luna, haciendo que Aria y Max soltaran una pequeña risita.
— Bueno, bajemos de una vez. — Espetó Lucien y Aria bajó para luego ayudar a Luna y Max se encargó de ayudar a Lucien a bajarse y sentarse en su silla de ruedas.
Después de hacer esto Max se dirigió a comprar las entradas y al volver todos avanzaron hacia el parque.
— Quiero subirme en ese, ¿Me acompañas? — preguntó Luna señalando uno de los juegos cercanos alegremente.
— Si, vamos. — Accedió Aria con una sonrisa.
— Tengan mucho cuidado y recuerden no alejarse demasiado de aquí. — Les recordó Lucien y ambas asintieron antes de irse. — ¿Pusiste a los guardaespaldas a vigilar encubiertos no?
— Si, quédate tranquilo, no sucederá nada. — Respondió Max, conocía muy bien los miedos de Lucien acerca de que a Luna pudiera pasarle algo debido a lo sucedido en el pasado y por eso se aseguraba de cumplir muy bien sus órdenes.
— Eso espero, me encanta verla tan feliz y sé que a ella le encanta venir a estos lugares, es una lastima que no puedo complacerla tan seguido como me gustaría. — Murmuró Lucien pensativo, deseaba que Luna pudiera disfrutar más de su niñez, pero él no podía dejarla hacerlo porque el peligro siempre los estaba rodeando y no podía permitir que a ella le sucediera nada.
— Estás haciendo un buen trabajo y Luna es muy feliz incluso si no viene a estos lugares porque tiene un gran padre que la ama mucho y ella lo sabe. — Aseguró Max dándole una palmada en la espalda.
— Quiero que ella sea muy feliz siempre, perdió a su madre siendo demasiado pequeña, no quiero que sufra más. — Suspiró Lucien sin dejar de mirar hacia donde estaban Luna y Aria.
— No lo hará, la vamos a proteger, no podrán hacerle daño y a ti no te van a poder lastimar nuevamente. — Declaró Max apretando los dientes al recordar los sucesos de hace un año, cuando casi Lucien pierde la vida.
— Y, ¿Has encontrado alguna prueba más acerca de eso? Ahora tengo a María viviendo en casa y me preocupa que pueda darse cuenta de algo antes de que estemos listos para atacar, he sido muy cuidadoso, pero si ella descubre algo no solo podría decirle al abuelo, si no a los demás que son quienes más me preocupan y todo podría irse en picada.
— Sigue sin haber pruebas suficientes, hubo demasiadas personas involucradas y todo lo hicieron muy bien, es difícil. — Suspiró Max derrotado, desde que ocurrió el accidente habían intentado atrapar a los culpables y aunque ya sabían quiénes estuvieron involucrados, no había pruebas para demostrarlo, acusarlos sería en vano.
— Bueno, mientras sigan pensando que estoy débil y no me vean como una amenaza tenemos algo más de tiempo para ir atando los cabos sueltos y luego hacer lo necesario. — Espetó Lucien lleno de frialdad, quería empezar a hacerlos pagar por lo que le hicieron pronto.
— Si, por cierto, ahora con ellas dos viviendo contigo, ¿Cómo harás tu terapia? Tu esposa seguro que no dirá nada, pero María sí y si se enteran que estás haciendo esto te comenzarán a ver de nuevo como una amenaza ya qué pensarán que puedes llegar a caminar.
— No lo sé aún, puedo salir de casa y hacerlo afuera, pero salir demasiado también generará dudas, tal vez lo mejor es traer a mi doctor y que venga con el terapeuta haciéndose pasar como su asistente, así pensarán que estoy mal y no se darán cuenta de nada.
— Perfecto, entonces mañana le diré al doctor y al terapeuta.
— Está bien.
Aria y Luna se montaron en diversos juegos mecánicos por un rato, mientras Lucien y Max trataban de observarlas a distancia y cuando veían que se estaban alejando demasiado, ellos avanzaban un poco para tenerlas más cerca.
Lucien al ver a Luna y Aria acercarse a ellos con unas enormes sonrisas en sus rostros y tomadas de la mano, sintió algo un poco extraño en su corazón y como este comenzaba a acelerarse.
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