— Lo siento, lo lamento mucho de verdad. — Susurró Mia al mismo tiempo que sus lágrimas comenzaban a caer al ver que él la apuntaba, no porque tuviera miedo a morir, porque sabía que así era como se pagaba la traición en su mundo, sabía lo que pasaría cuando él se enterara, solo que no estaba preparada para que lo hiciera tan pronto, si no que no soportaba ver el odio que había en los ojos de Jacob, cuando la noche anterior eran tan cariñosos.
— ¿Es lo único que tienes que decir? Al menos dame una m*****a razón para no matarte. — Exigió Jacob levantándose del sillón y caminó hacía ella para poner la punta del arma en su frente.
— Solo puedo decir que era algo que tenía que hacer y que de verdad lo lamento, se que no merecías que hiciera eso, pero yo no tenía otra opción, puedes matarme si es lo que quieres — Sollozó, sintiendo el frío de la punta de la pistola en su frente, doliéndole que el hombre que ella comenzaba a amar fuera quien iba a terminar con su vida.
— M*****a sea. — Gruñó Jacob y bajo el arma alejándose de ella, sin poder creer que valorará tan poco su vida, sin poder soportar verla llorar y camino por el lugar, como una fiera enjaulada, furioso pero impotente. — Mia, te daré la última oportunidad para que me des una m*****a explicación, si no lo haces acabaré contigo. — Amenazó sin mirarla, dándole la espalda porque ya no quería seguir viendo sus lágrimas.
— No hay una explicación, lo siento. — Se disculpó, sintiendo que no podía respirar, porque por más que quisiera decirle la verdad, la amenaza de su padre no salía de su cabeza y si le confesaba la verdad a Jacob sabía que probablemente no la ayudaría con Rosa, porque igual ya había hecho algo malo, lo había traicionado, entonces su padre volvería a buscar a Rosa, quizás ni siquiera la había soltado aún y todo lo que hizo no serviría de nada.
Habría traicionado a Jacob y Rosa moriría de igual forma, habría arruinado todo en vano, no podía hacer eso, ya solo tenía que hacer un sacrificio más, dejar que él la matara si así lo quería.
Jacob negó con la cabeza furioso, esperaba que al menos ella intentara darle una explicación, una razón para lo que hizo y quizás él podría entenderla, pero ella se negó y con esto no había vuelta atrás, así que sacó el teléfono de su bolsillo y marcó el número de Dean.
— Necesito que vengas y te la lleves de aquí, anda con unos guardaespaldas y déjala en la casa de su padre. — Espetó Jacob, a pesar de que estaba furioso, realmente nunca pensó en matarla, solo quería darle una lección, para que tuviera claro que nunca lo debería hacer y asustarla lo suficiente para que ella le confesara la verdad, pero no funcionó.
— Ya voy para allá. — Accedió Dean y Jacob colgó la llamada.
Mia al escuchar que volvería a ese terrible lugar se estremeció, sinceramente prefería que él le disparara directamente, sabía que sería menos doloroso, pero después de hacer lo que hizo no se atrevía a suplicar que no la enviaran de vuelta, pensaba que merecía un castigo, así que estaba dispuesta a asumirlo, volvería al lugar del que nunca debió salir porque sintió que al hacerlo se convirtió en la herramienta de su padre para hacerle daño a Jacob.
— Te dejaré ir, pero esperó que nunca más vuelvas a aparecer en mi vida. — Masculló Jacob y tomó una carpeta de un estante y luego la tiró en la mesa para luego sacar una pluma de su bolsillo y tirarla también. — Firma esto de una vez y más vale que no te pongas exigente, porque ya estoy siendo bastante misericordioso y quiero que firmes ya, porque no quiero tener que volver a ver tu rostro traicionero.
Mia escuchó su orden y se acercó a la mesa dando pequeños pasos, sin dejar de temblar y sollozar, pero cuando miró los papeles en la mesa, su corazón dio un vuelco, eran los papeles de divorcio y ya estaba la firma de Jacob en ellos, esto le dolió demasiado, aunque no se había casado por amor, ella había llegado a enamorarse de él en este tiempo juntos y que todo se acabará de forma tan abrupta por su misma culpa la estaba destrozando.
Él tenía preparado los papeles de divorcio desde hace mucho, listos para firmarse cuando sus planes contra Elijah dieran frutos, pero había cambiado de opinión y pensaba olvidarse de esos papeles para siempre, solo que Mia lo había traicionado y decidió que estos cumplirían su función finalmente.
— Esta bien, no volveré a aparecer frente a ti, no tendrás que volverme a ver, siento mucho lo que ocasione con esto, de verdad lo lamento y espero que en algún momento puedas perdonarme o dejar de odiarme. — Murmuró Mia mientras sus lágrimas caían con más fuerza, sintiendo que mil agujas se clavaban en su corazón, sin contemplación alguna, provocándole cada vez más dolor.
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