— ¿Por qué corriste a María? — Preguntó Gerard furioso, cuando Lucien atendió su llamada.
— Se lo que hizo por órdenes tuyas y no voy a tener a alguien así en mi casa, como obedeció a tu orden puede hacerlo con la de alguien más y está vez envenenarme. — Respondió Lucien con frialdad, lo que sucedió no le molestaba tanto porque con esto su relación con Aria se había consolidado, pero no sé suponía que las cosas sucedieran de esa manera y además esto le había dado la excusa perfecta para finalmente deshacerse de María que ya le incomodaba bastante, quería poder estar sin esa máscara todo el tiempo y hacer sus cosas más libremente para que sus planes siguieran en curso.
— María solo me es fiel a mí, ella nunca haría lo que dices, no digas tonterías, quiero que ella siga trabajando para ti. — Exigió Gerard.
— No voy a aceptar a esa mujer de nuevo aquí ni a ninguna otra, si lo que querías era tener a alguien de tu gente aquí nunca debiste pedirle que hiciera algo así, porque no voy a permitir que se cumplan otras órdenes que no sean las mías en mi casa. — Declaró, no confiaba ni un poco en las personas alrededor de su abuelo, porque podían también estar del lado de su tía y tenía que ser más cuidadoso entonces.
— Ya está bien, no enviaré a nadie más a tu casa, pero quiero que me respondas algo, ¿Ya pasó algo entre ustedes? Quiero ese nieto pronto. — Accedió Gerard, sabía que no podía seguir molestando tanto a Lucien, solo esperaba haber tenido un poco de suerte y que Aria pueda quedar embarazada pronto.
— Abuelo no sigas metiéndote en mi privacidad, hablamos después. — Dijo Lucien antes de colgar la llamada, ahora que pensaba un poco mejor las cosas se daba cuenta que no era bueno si los demás pensaban que ya estaba ocurriendo algo entre él y Aria, porque esto podría ponerla en peligro a ella y eso no era lo que quería.
Pero lo más probable es que tanto su abuelo como María ya tenían cierta certeza de lo ocurrido y por lo tanto sus demás familiares de enterarían, así que tenía que cuidar mucho mejor de Aria. Sabía que ellos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para que la empresa no quedará a su cargo.
Pensando en esto escuchó que tocaban la puerta de su oficina.
— Adelante.
— Hola, te traje un café. — Dijo Aria con una sonrisa al entrar.
— Gracias, no era necesario que lo hicieras. — Le dijo él mirándola con ternura y una sonrisa de lado.
— No es nada. — Murmuró Aria observándolo con un poco de curiosidad, aún las preguntas en su cabeza seguían sin respuesta, pero no quería preguntarle nada de esto a Lucien por miedo a ofenderlo, porque en caso que él de verdad no pudiera mover sus piernas podría tomar mal que ella le pregunte sobre esto.
— ¿Qué sucede? — Cuestionó él frunciendo el ceño al darse cuenta de que ella estaba actuando un poco extraño.
— Nada, ya me voy a ver a Luna. — Respondió Aria un poco nerviosa, dándose la vuelta.
— Espera, ven aquí, acércate. — Pidió Lucien y ella un poco dudosa se acercó y él le hizo una seña para que rodeará el escritorio y cuando ella estuvo de su lado, la tomó de la mano y la atrajo hacia su cuerpo para sentarla en su regazo.
— Aria puedes decirme cualquier cosa, si sucede algo solo dímelo. — Le dijo con su voz llena de magnetismo.
— No sucede nada. — Mintió ella bajando la mirada, sentía que no podía decirle acerca de sus dudas.
Lucien al escuchar su respuesta suspiró y cuando estaba por volverle a insistir para que le dijera la verdad el teléfono de ella sonó y ella intentó levantarse pero él la rodeó rápidamente con sus brazos.
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