Después de ese momento incómodo, Aria se disculpó con Clara y le dijo que ya quería irse a casa, ella lo entendió y se ofreció a llevarla.
— Muchas gracias por traerme, lamento si arruine tu tarde. — Se disculpó Aria un poco avergonzada.
— No te preocupes, compré muchas cosas y disfrute de tu compañía, a cualquiera pondría de mal humor ese momento, espero que podamos encontrarnos para comer algo la próxima vez. — Le dijo Clara con una sonrisa despreocupada, entendía muy bien que su relación con su familia no era buena y sabía de las cosas que Michelle le hacía a Aria cuando eran jóvenes, así que no le agradaba ni un poco y estaba de acuerdo con la reacción que tuvo.
— Claro que sí, adiós. — Se despidió Aria aliviada antes de bajarse del auto.
— Papi, ¿Puedes abrazar a mi mami como antes? — Preguntó Luna viendo a su padre con ojos brillantes en el momento justo que Aria abrió la puerta y esto la hizo sentir incómoda por todas partes.
Empezaba a sentir que quien sobraba en todo esto era ella, pero aún así no era capaz de alejarse por el amor que le tenía a Lucien y a Luna.
— Princesa las cosas entre tu mamá y yo han cambiado, ya no es lo mismo, ahora yo estoy con Aria. — Explicó Lucien con calma notando a Aria entrar.
— Entiendo. — Asintió Luna poco convencida.
— Buenas tardes. — Saludó Aria al acercarse. — Hola pequeña, ¿cómo tú estás? — Le preguntó a Luna acariciando su cabello y Luna se alejó un poco.
— Estoy bien. — Respondió la niña antes de caminar hasta donde estaba su madre y tomarla de la mano. — Mami vamos a ver televisión arriba.
— Esta bien mi amor, vamos, nos vemos más tarde. — Se despidió Camille con una sonrisa y Aria las vio alejarse con cierto dolor en su corazón y sus ojos llenos de anhelo, extrañaba mucho esos momentos que compartía con Luna y la cercanía de la niña.
No era capaz de entender porque ella de la noche a la mañana la había estado evitando, podía entender que no estuviera tan cercana a ella como antes, pero no le encontraba ningún sentido que ahora ni siquiera podía estar cerca y que cuando antes le sonreía siempre y parecía muy alegre en su presencia, ahora solo quería estar lejos.
— Aria. — Pronunció Lucien, dándose cuenta de la tristeza de su esposa, una tristeza que no le gustaba ver y comenzaba a cuestionarse si era correcto haber dejado a Camille vivir con ellos, pero ahora no sabía si pedirle que viviera en otro lugar podría afectar a Luna.
— ¿Si?
— Luna te quiere mucho, solo que está muy contenta con su mamá y ahora quiere pasar el mayor tiempo posible con ella, pronto volverá a estar cerca de ti, no te preocupes. — Explicó él y Aria esta vez no se sintió para nada convencida de sus palabras.
En el pasado no habría dudado que Luna la quería, pero ahora parecía la repelía.
— Eso espero. — Susurró abatida y él la atrajo hacia su cuerpo, sentándola en su regazo.
— Ella nunca va a dejar de quererte, tranquila, ahora más bien cuéntame porque llegaste tan tarde hoy. — Pidió él acariciando su rostro.
— Lo sé, todo esto es una m****a y llegó en el momento donde todo se está complicando más, trataré de ver que puedo encontrar, adiós. — Se despidió Max.
Por otro lado Camille bajo las escaleras para buscar un poco de helado para Luna y al ver sola a Aria por fin tomo la decisión de acercarse a ella.
— No entiendo porque aún no te has ido cuando tú solo estabas aquí para suplir el lugar que yo dejé y como ya volví es hora de que te vayas. — Le dijo con una sonrisa llena de provocación y Aria la miro desconcertada por un momento, aunque ninguna de las dos se habían tratado mucho, Camille no le había declarado la guerra abiertamente hasta ahora.
— No me iré, yo ahora soy la legítima esposa de Lucien y aunque tú seas la madre de Luna, no significa que quien deba irse sea yo. — Replicó Aria, aunque tuviera muchas dudas acerca de si quedarse era lo correcto, ella quería hacerlo, quería luchar por este amor y está familia que le había dado tanta felicidad, no se pensaba rendir tan fácilmente, mucho menos cuando podía ver que Lucien seguía queriendo la.
— Solo eres su esposa porque él pensó que yo estaba muerta, pero esto no durará demasiado y te terminarás arrepintiendo de tu decisión, porque la verdad yo siendo tú me iría ahora que puedes salir bien librada, porque estoy segura de que si te quedas lo lamentaras con toda tu alma. — Amenazó Camille con una sonrisa llena de malicia, tan diferente a la amabilidad que mostraba ante Lucien y Luna, lo que desconcertó mucho más a Aria y se sintió llena de frialdad.
Ver a Camille así comenzó a preocuparla, porque la hubiese podido entender si ella solo quisiera luchar limpiamente por Lucien y Luna, incluso antes de ver está otra cara de ella pensaba que quizás debería irse, pero la maldad que veía en ella la hacía dudar si era bueno que está mujer estuviera cerca de ellos, especialmente de Luna que apenas era una niña inocente, no podía alejarse ahora.
— No creo que lamente quedarme nunca siempre que sea al lado de Lucien y Luna y te lo advierto si vienes con malas intenciones yo no me voy a alejar, estaré aquí para ellos siempre. — Aseguró Aria decidida y al escucharla Camille soltó una carcajada.
— Eres tan inocente y te vas a arrepentir niña bonita, nos vemos, iré por algo de helado para mi pequeña hija. — Dijo antes de alejarse sin dejar de sonreír, haciendo que el cuerpo de Aria se llenará de escalofríos.
No entendía como no pudo darse cuenta antes, pero está mujer era mala y esto la asustaba un poco, no sabía si podría decirle esto a Lucien sin verse loca o celosa, más importante, ¿Él le creería? Se preguntó antes de contestarse que no, él conocía a Camille de mucho más tiempo y era la madre de su hija, no podría pensar que estuviera un poco loca y fuera malvada o no la dejaría quedarse en la casa.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa Obligada Del CEO Paralítico