Ex esposa, "Vamos a casarnos" romance Capítulo 100

Sylvia se sorprendió cuando se enteró: "¿No está comiendo?".

Odell no respondió. La expresión inflexible de su rostro le decía básicamente que dejara de fingir.

Sylvia recordó el aspecto de Tristán cuando había acudido a ella el día anterior. Parecía más delgado y bastante débil, y a ella le sorprendía que la razón fuera la hambruna.

Ella no tenía ni idea de que él pudiera llegar a ese extremo, y tampoco lo habría instigado a hacerlo.

Ella miró a Odell y le dijo: "Ya lo he rechazado muchas veces. Me da igual que me creas o no, pero nunca le he instado a que deje de comer para convencer a sus padres".

Sus ojos se abrieron con determinación.

Odell se sorprendió por un momento. Luego recuperó su expresión severa y dijo: "Si realmente lo hubieras rechazado, no se habría puesto en huelga de hambre contra sus padres".

Sylvia no sabía por qué Tristán elegía ser terco y extremista. Incluso confundía sus sentimientos por él.

Sintiéndose impotente, insistió: "Odell, estoy diciendo la verdad".

"Jum. Cuando te metiste en mi cama por aquel entonces, dijiste que también te habían tendido una trampa", recordó él con una burla. "Si te habían tendido una trampa, como decías, ¿por qué habrías estado tan contenta de casarte conmigo?".

Ella afirmaba que había rechazado a Tristán, pero que con los padres de él aceptando que estuvieran juntos, dados sus esfuerzos anteriores, probablemente estaría felizmente casada con Tristán en cuestión de días.

Sylvia se quedó callada.

Un rato después, lo miró fijamente a los ojos y le dijo: "Estaba ciega por haberme enamorado de ti entonces. Si hubiera visto con claridad las cosas, aunque me hubieran inculpado diez veces, nunca me habría casado contigo".

Odell reaccionó con desagrado a las palabras de la mujer. La miró con ojos de lince.

Negándose a retroceder, Sylvia le devolvió una mirada severa.

La habitación quedó en silencio durante varios segundos.

"Fuera", dijo él.

"Quiero ver a los niños. Si no me dejas verlos hoy, no me iré". Sylvia se sentó entonces en el sofá.

"¡No te adelantes!".

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