Kris movió su mano muy despacio para cubrir la boca de Jana, ni siquiera iba a arriesgarse a que se le saliera un gemido de la impresión. Pero ella se apretó aún más contra su costado y no hizo ni un solo gesto para apartarse de aquella mano.
Las voces los rodearon en muy poco tiempo y se escuchaban con más fuerza. Todas hablaban en árabe así que o era gente de paso, o era de la gente que los estaba persiguiendo. Kris no lo sabía, solo estaba bastante seguro de que había elegido un lugar en el que no sería fácil encontrarlos, aún más si era de noche.
En cierto punto escucharon los relinchos de los caballos y él entendió que o se habían espantado o de una vez se los habían llevado. Por desgracia ninguno de los dos lograba entender lo que aquellos hombres estaban gritándose los unos a los otros. Sin embargo veinte minutos después las voces comenzaron a escucharse más alejadas hasta que desaparecieron definitivamente.
Aún así no se atrevieron a moverse por más de una hora, hasta que Kris decidió que había que correr el riesgo para saber en qué posición estaban. Se arrastró muy despacio de debajo de su escondite y miró alrededor para ver las primeras luces del amanecer. Estaban solos y sí se habían llevado los caballos.
Ayudó a Jana a salir de debajo de la sábana y ella lo miró con miedo.
—Vamos a tener que seguir a pie. ¿Verdad?
Kris se acercó a ella y acarició su rostro antes de atraerla contra su pecho con un abrazo lleno e seguridad.
—Y eso no es un problema, lo que sería un día ahora serán dos, pero nada más, te lo prometo. Vamos a estar bien y vamos a llegar a ese paso montañoso.
Jana quería confiar en su optimismo, pero la verdad era que los dos estaban exhaustos y encima Kris estaba herido.
—Por suerte no se me ocurrió dejar que las provisiones se quedaran sobre los animales —dijo él haciendo un esfuerzo para apartar una piedra cercana y mostrándole que había excavado un agujero debajo y había metido ahí las pequeñas bolsas de comida y armas con las que se habían quedado—. Esto será suficiente para llegar, créeme.
Llenaron varias botellas de agua en el pequeño cauce que tenían cerca y Kris consultó el mapa para seguir.
—Lo bueno es que aunque tengamos que andar lo haremos a la sombra de los árboles, ¿verdad? —preguntó ella y él asintió.
—Así es, y además estamos de suerte porque mira, la línea de agua va en nuestra misma dirección —le explicó señalando el mapa y el arroyo—. Así por más cansados que estemos no nos vamos a perder. Solo tenemos que seguir el curso hacia arriba.
Jana suspiró con cansancio y luego lo hizo sentarse para revisar su herida. Ya que iban a empezar a caminar, más les valía que a él no se le abrieran los puntos de sutura.
Kris solo se quejó un poco mientras Jana lo lavaba, volvía a desinfectar y vendaba, y además lo hacía tomar algunas pastillas.
Echaron a andar después de eso y por fortuna el camino fue menos pesado de lo que ambos esperaban. Estaba fresco bajo los árboles, así que al mediodía comieron algo pero no se detuvieron a refugiarse.
Finalmente lograron divisar la parte alta del paso montañoso más allá de las cumbres de los árboles y Jana entrelazó sus dedos con los de Kris, apoyando la frente sobre su brazo mientras sonreía con alivio.
—¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios estamos más cerca!
Kris suspiró largamente y asintió.
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