FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 13

Si había un momento para que Michael Parker se hiciera dueño de sí mismo era aquel. Por desgracia solo bastaba imaginar que alguien pudiera lastimar a Grace por su culpa y todo el control desaparecía automáticamente.

Saltó a su camioneta de inmediato, mientras intentaba desesperadamente marcar el número de su muñequita, pero por más que insistió ella no contestó ninguna de sus primeras llamadas.

—Vamos Gracie, contéstame —musitó desesperado mientras encendía la camioneta y quemaba llantas contra el pavimento en la misma dirección en que ella se había ido porque tenía un mal presentimiento, el horrible de que aquellas palabras de Gerson Cassidy no eran una amenaza vacía, sino que ella realmente estaba en peligro.

El tráfico se había vuelto imposible y Mitch no parecía poder avanzar. Se apuró a tomar la carretera de salida hacia la Mansión Black, mientras luchaba contra aquella ola de sentimientos que lo aterrorizaban. Había tanta gente en el camino que sentía estar entrando en un círculo infinito, y presionaba el claxon con fuerza para que se apartaran.

—¡Maldición, Gracie, contesta! —le gritó a su teléfono desesperado y tuvo que frenar violentamente cuando el auto que iba frente a él también lo hizo.

Mitch miro a todos lados, a los autos deteniéndose, y golpeó el volante:

—¡Un maldito embotellamiento, lo que me faltaba! —gruñó pero en ese momento algo en su cerebro hizo un clic.

Aquella era una carretera limpia, no había semáforos para detener el tránsito y ni siquiera estaban en hora pico. ¿Por qué diablos había un embotellamiento?

Mitch se bajó de su camioneta con ansiedad, sin prestar atención a la fina lluvia que empezaba a caer. Se acercó a un grupo de personas y les preguntó si sabían que había pasado.

Algunos se encogieron de hombros, pero finalmente un hombre respondió:

—Parece que un camión golpeó un auto deportivo un kilómetro más adelante...

Mitch sintió una punzada en el pecho, como si esa hubiera sido exactamente la respuesta que esperaba. Si ese auto deportivo era el de Grace... si ella estaba herida o...

Ni siquiera se molestó en regresa a su camioneta porque sabía que si había habido un accidente pasarían horas antes de que el tráfico se moviera y él no podía esperar horas para asegurarse de que no le hubiera pasado nada a Grace. Corrió entre los autos mientras sentía cómo sus ojos se humedecían y no era por la lluvia. Cada minuto le dolía en el alma y solo podía correr lo más rápido posible.

Pero cuando llegó al lugar del accidente se detuvo en seco, como si una fuerza invisible lo hubiera golpeado.

La escena que se presentó ante él era devastadora; había una multitud reunida alrededor mientras la policía intentaba hacerlos retroceder. Unos metros más allá un camión estaba salido de la carretera y en medio de ella estaba el Lamborghini de Grace, volteado.

—Muñequita... —lo que salió de sus labios fue un susurro apenas antes de echar a correr—. ¡Gracie...! ¡Gracie!

Dos policías se metieron en su camino para detenerlo pero después de embestir a los primeros el jefe de bomberos lo detuvo.

—¡Déjenlo, déjenlo...! ¡Logan, suéltalo! —le dijo a uno de sus hombres, que por su tamaño era el único que más o menos había podido hacerle frente a Mitch—. ¿Eres familia de la víctima? ¡Muchacho, atiende... oye!

Los ojos se Mitch, llenos de lágrimas se clavaron en él.

—¿Víc...? ¿Está...? No, no, no no...

—¡Óyeme, muchacho, no sabemos! ¡Mírame! —Aquel hombre mayor lo sacudió por la solapa y Mitch lo enfocó, aturdido—. No hemos podido llegar a ella, necesito que me digas su nombre, dime su nombre...

—¡Grace, se llama Grace! —respondió Mitch y el jefe de bomberos le hizo una señal al que se llamaba Logan, que de inmediato se arrastró cerca de ella.

Mitch temblaba, lloraba, sentía que estaba muriéndose ahí mismo mientras ese bombero le gritaba a Grace y trataba de reanimarla.

"Gracie... muñequita por favor... Gracie...", era todo lo que podía pensar hasta que se escuchó el grito más escalofriante del mundo.

—¡Grace! —exclamó él y trató de soltarse pero Logan un muro de bomberos y paramédicos se le puso enfrente—. ¡Gracie!

Ella seguía gritando y los hombres seguían trabajando y Mitch no sabía ni lo que decía hasta que el bombero a cargo llegó corriendo por él.

—¡Déjalo venir, déjalo que venga! —le gritó al jefe y los dos corrieron hacia allá—. ¡Tú cómo te llamas!

MUÑEQUITA. CAPÍTULO 13. No me dejes sola 1

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