FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 3

Su piel se erizó en el mismo momento en que su mano tocó la de Faith, como si un latigazo lleno de recuerdos bajara por su columna vertebral hasta castigar su entrepierna; así que el apretón duró menos que la mirada curiosa que la muchacha le dirigió.

—¿Estás bien? —preguntó y él carraspeó, retrocediendo.

—Sí... Sí, claro. Creo que será mejor que empecemos a trabajar ya, no hay por qué demorarnos —declaró y ella se levantó de inmediato.

—Perfecto. ¿Empezamos con un recorrido por la empresa? —sugirió y lo vio asentir.

Conocía aquellos pasillos como si fueran los de su propia casa, pero evidentemente mucho había cambiado en los últimos años y no le venía mal hacer un reconocimiento del terreno. La siguió fuera de la oficina y apretó los puños, haciendo un esfuerzo ímprobo por mirar por encima de la línea de su trasero mientras ella caminaba, mostrándole las viejas y nuevas secciones.

Todos se alegraban de su regreso y lo saludaban con amabilidad, pero muy pronto Charlie se dio cuenta de que a la que respetaban era a Faith, a la que querían era a Faith. Le consultaban desde la duda más grande hasta la decisión más pequeña, y nadie tenía miedo de acercarse a "la señora", como solían llamarla.

Contradictoriamente, la sonrisa de la muchacha era genuinamente sincera con todo menos con él.

—Señora Black, le traje su tecito como le gusta —dijo un señor ya mayor acercándose—. No había en la cafetería cercana pero mi nieta me lo trajo desde casa.

Faith palmeó la espalda de aquel hombre con cariño y le dio un beso.

—¡Ah! Alfred, muchas gracias, pero Mini no tenía que molestarse —le agradeció Faith.

—¡Pues ella estaba muy feliz de venir, no crea que se nos olvida lo que nos ayudó con la niña! —suspiró el hombre.

—Ni lo menciones. ¡Y gracias por el té, está delicioso! —rio Faith mientras seguía adelante y Charlie se sentía cada vez más como si intentara llenar los zapatos de una diosa.

Sin embargo a pesar de todo podía ver un rastro de tristeza y seriedad en ella que jamás desaparecía.

—...Y esta es la oficina para el equipo de Pequeñas Inversiones. Debo reconocerlo, algunas se han convertido en grandes inversiones, pero mientras los ejecutivos Junior se van formando bien. Estuve aquí seis meses de pasantía en mi primer año y créeme, no es trabajo fácil...

—¡Charlie Moe! ¡El mejor balón de la preparatoria Hungtintong! ¡No puedo creerlo! —se escuchó una voz tras ellos y Charlie se dio la vuelta para ver un rostro conocido, aunque el hombre parecía mucho mayor de lo que en realidad era.

—¿Greg? —preguntó con incredulidad y sus ojos viajaron indistintamente entre él y Faith con sospecha, pero la expresión de la muchacha era impenetrable—. ¿Trabajas aquí?

Un segundo después el que había sido uno de sus compañeros de preparatoria le estrechaba la mano con fuerza.

—Sí, pertenezco al equipo de Pequeñas Inversiones —respondió Greg con seguridad—. Espero poder escalar pronto, pero por ahora trabajo tanto como puedo para ganarme el puesto.

—Me alegra escucharlo —dijo Charlie sin que se le lograra la alegría por ningún lado, pero al parecer Greg tenía en mente algo más importante que descifrarlo a él.

—Jefecita ¿podemos hablar un momento? Creo que logré un trato con el inversionista que queríamos —le dijo y Faith asintió.

—Charlie, por favor espérame un par de minutos, hemos venido goloseando este proyecto y si funciona podremos presentártelo mañana en la elección de inversiones del mes. ¿Vale?

Charlie asintió, pero aunque habían pasado cinco años, verla taconear dentro de la oficina de Gregory Hunan era tan malo como verla entrar a un cuarto de hotel con él. La sangre le palpitaba en los oídos mientras se repetía una y otra vez que no eran celos, no podían serlo porque a él Faith no le importaba para nada. ¡Para nada! Y no entendía que aquel sendero de pasos que hizo delante de la oficina de un ejecutivo junior decía otra cosa.

—Excelente trabajo, Greg. Por favor prepara todo para presentarlo mañana en la junta —dijo Faith al salir y continuaron su camino mientras Charlie se mordía la lengua para no preguntarle qué demonios se traía con Greg.

—¿Y esto qué es? —preguntó Charlie al ver que uno de los espacios internos se había transformado y los cristales estaban llenos de dibujos de colores.

—Es la guardería —sonrió Faith—. La pusimos hará medio año, y de cuando en cuando se nos sueltan los niños por todo el piso, pero siempre es agradable escucharlos reír o cantar —dijo prestando atención a la canción que estaban entonando en ese momento.

Parecían una orquesta de grillos pero se notaba que los niños estaban felices allí.

FATALIDAD A TU SERVICIO. CAPÍTULO 3. Los zapatos de una diosa 1

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