Lo iba a matar. Lo iba a asfixiar aunque fuera con sus bragas, pero definitivamente iba a hacer que se arrepintiera de aquel jueguito.
Sus padres regresaron un segundo después y enseguida se pusieron a planificar todo lo que harían en la siguiente semana. Karim se despidió bien entrada la noche y por más que Rose tenía ganas de amenazarlo, simplemente no se podía, porque Mala y Moe estaban presentes.
Rose se pasó toda la noche rezongando, y al día siguiente procuró irse temprano a la universidad para ni encontrarse con él cuando llegara a buscar a su padre.
Pasó toda la mañana pensando en qué tan seria tendría que ponerse con él como para que no se le ocurriera mencionar nada de lo que había pasado entre ellos, pero luego se dijo que él no sería tan estúpido como para soltarle todo a su padre sin habérselo ganado primero.
Sin embargo, definitivamente no estaba preparada para lo que vio cuando llegó a su casa.
—¿Ya está aquí el engendro del mal? —preguntó sin darse cuenta de las palabras que salían de su boca y Mala frunció el ceño.
—¿Quién?
—Este... Karim, quise decir Karim —carraspeó ella y su madre la miró con curiosidad.
—Pues sí, llegó desde temprano, salió con tu padre a hacer compras de materiales y si no me equivoco están en uno de los jardines traseros, intentando encontrar el lugar perfecto para su horno y no sé qué pérgola que también compraron para montar.
—¡Vaya, ahora resulta que además de magnate y donjuán también es constructor! —rezongó ella soplando un mechón de su cabello y Mala apretó los labios para apretar la risa.
—Hija, no hay razón para estar enojados con Karim, él de verdad no representa un peligro para la relación de tu hermano con Faith, ya nos explicó que no tiene nada con ella, nunca han tenido nada —dijo Mala—. Tu hermano la conquistará cuando se lo merezca, pero mientras, no tenemos por qué hacerle un desplante al muchacho, parece muy amable.
—¡Sí claro, parece! ¿Pero tienes idea de por qué de verdad es tan amable? ¿No tendrá segundas intenciones ocultas para estar rondando a mi padre? —le dijo abriéndole los ojos con un gesto sugerente y su madre se quedó pensando.
—Pues hija tu padre no es gay... no creo que se lo quiera robar.
—¡Mamá! —exclamó Rose.
—Ya, ya, deja de hacer escándalo, tu padre es feliz y esto lo mantiene entretenido, lo cual es fantástico para un hombre jubilado con exceso de energía. ¡Es eso o te haré otro hermanito a mi edad! —le advirtió—. Así que pon tu mejor cara, agarra la jarra de té helado y ve a llevárselos para que se refresquen que está haciendo muchísimo calor.
Rose maldijo entre dientes pero protestarle a su madre era el equivalente a tener que explicarle por qué no quería que Karim estuviera cerca de ellos y eso definitivamente no lo iba a hacer.
Agarró la jarra de té y se fue con paso apurado, haciendo sonar los hielos con impaciencia mientras le daba la vuelta a la casa y se metía en el laberinto de los jardines. A unos cien metros de la casa, en una de las áreas más apartadas, se escuchaba el sonido de la pala contra la tierra y las voces risueñas de Karim y de su padre.
—Hola, preciosa —saludó Chris apenas la vio y Rose asintió aturdida porque sus ojos se habían quedado fijos en algo más o mejor dicho: alguien más.
—Este... hola... papá...
—Rose —saludó Karim con una sonrisa velada y ella miró al suelo.
—Karim... —siseó ella y se giró hacia su padre—. Mamá les manda té helado.
—¡Genial!... ¿Los vasos? —preguntó su padre y Rose puso los ojos en blanco dándose cuenta de que solo había agarrado de la jarra.
—Lo siento, no me di cuenta, ya regr...
—No, no, tranquila, yo voy —sonrió Chris—. Y así de paso le doy un besito a tu mamá.
—¡Wácala! —rezongó Rose quedándose allí de pie mientras su padre se alejaba hacia la casa y ella y Karim se enfrentaban en aquel duelo de miradas por un instante—. ¡Mira que te gusta meterte en problemas! —lo regañó.
—¿Problemas? Yo no me estoy metiendo en ningún problema, de hecho estoy disfrutando de la compañía de tu padre... y no voy a protestar por la forma en la que me estás mirando tampoco.
Rose pasó saliva mirando a otro lado pero en respuesta solo recibió una risa satisfecha por parte del árabe. Había dejado el traje a un lado para usar aquel pantalón de lino, camisa blanca arremangada a los codos y un poco abierta sobre el pecho y mocasines. Tenía el cabello húmedo con algunos mechones sobre su frente y sobre su pecho moreno corrían unas gotas de sudor que rose hubiera querido quitarle con...
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD