FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 9

¿Era un cobarde? Quizás.

Pero nadie sabía mejor que Michael Parker lo fácil que se podía perder el amor de alguien. Había sido testigo en primera fila de cuanto sus padres habían tenido que luchar para estar juntos; y aunque los dos estuvieran dispuestos a hacerlo, aunque tomaran la decisión de estar juntos a pesar de todo, Mitch sabía que había algo más. Algo de su pasado de lo que jamás podría deshacerse y que por supuesto no iba a compartir con Grace.

Desde que había llegado al campus podía sentirlo, como esos presentimientos raros que le erizaban la nuca de cuando en cuando, como si estuviera siendo vigilado. Y hasta que no lo confirmara o lo descartara, no podía permitir que la muñequita saliera involucrada en nada de aquello.

Respiró profundo antes de volver a la lluvia y buscar su auto para irse, y trató de no pensar en la guerra masiva que sería la siguiente vez que se encontrara con Grace.

Sin embargo el día siguiente fue tan complicado para Charlie como para él, y los dos acabaron bebiendo más de la cuenta.

—¡Diablos! ¡A ti Faith se te fue con el árabe y yo...! —empezó a decir pero se detuvo.

—¿Tú qué? —lo interrogó Charlie.

—Yo... nada, yo no hice nada.

Así que pasó un día, y otro, y otro más, y una semana en la que Michael trató de mantenerse alejado por el bien de los dos, y otra semana en la que ella no se dejó ver. Luego otra en la que la buscó con desesperación, pero ella no había ido a la universidad, y después otra en la que cada vez que la veía, ella lograba escapar antes de que consiguiera siquiera acercarse.

—¡Maldición! ¿Dónde se metió? —preguntó Mitch mirando a todos lados en la plaza comercial porque juraba que acababa de verla, pero finalmente terminó yéndose mientras Grace esperaba pacientemente detrás de aquella pared del cine.

—¿Alguna razón en particular para que te estés escondiendo? —escuchó una voz conocida y se encogió de hombros.

—A veces hay personas a las que no tenemos ganas de saludar —respondió con sinceridad.

—¡Bueno, si se tratara de mí lo entendería! —rio Shawn—. Apuesto a que de mí te has escapado muchas veces, pero no del chico del dragón tatuado, tenía entendido que era tu favorito.

Grace despegó la espalda de la pared y se ajustó el bolso.

—Es mi primo —murmuró con resignación, y no tengo ganas de ser sobreprotegida hoy.

—En ese caso ¿qué tal si me dejas faltarte al respeto invitándote a un café irlandés? —preguntó el muchacho ofreciéndole su brazo y Grace lo dudó antes de aceptar.

Finalmente se colgó de él con un gesto de asentimiento.

—Está bien, supongo que solo es un café.

Se sentaron en uno de los pequeños bares de la plaza y bebieron mientras Shawn le sacaba la conversación más banal del mundo, al menos hasta que llegó a aquella pregunta.

—Oye, ya sé que la estética no es lo mío pero... tu primo, ¿eso que tiene tatuado en la cabeza es un dragón? —preguntó con cierta indiferencia que a Grace no le causó alarma.

—Sip —respondió simplemente.

—Es un lugar muy raro para hacerse un tatuaje ¿no?

Grace frunció el ceño, pensativa.

—Pues... Mitch lo ha tenido desde siempre. Creo que incluso desde que era un niño, pero en casa no hablamos de eso, creo que después de tantos años dejó de ser interesante, creo que solo es... algo que está ahí, y ya.

—Claro, claro... —murmuró Shawn y su siguiente pregunta fue sobre una tarea complicada.

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