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¿Fuiste tú aquella noche? romance Capítulo 5

Recordando la mirada decepcionada de su padre aquel día cuando la malinterpretó, su corazón se retorció con dolor.

Su padre ni siquiera le preguntó qué había pasado, simplemente creyó las palabras de Érica y la expulsó de casa sin piedad.

Ella había sentido rencor hacia su padre, pero desde que su madre falleció, él era su único pariente.

La sangre es más espesa que el agua, ¿cómo podría durar el resentimiento en el amor filial?

Ahora que ha regresado, es inevitable volver a casa para visitarlo.

Anastasia levantó el teléfono y llamó a su padre.

—¡Hola! ¿Se puede saber quién llama? —sonó una voz familiar.

—Papá, soy yo, Anastasia —dijo ella, con la nariz enrojecida.

—¿Anastasia? Tú… ¿Dónde te metiste en los últimos cinco años? No te pude encontrar. —Franco estaba muy sorprendido.

Los ojos de Anastasia se llenaron de lágrimas al contestarle:

—Papá, lo siento, he estado viviendo en el extranjero estos años y ahora volvía al país por trabajo.

—Está bien, siempre y cuando hayas vuelto. ¿Cuándo vendrás a casa?

—Iré en dos días.

—Bueno, con que estés sana y salva. Es mi culpa; no debí echarte.

—Olvidémonos del pasado —lo consoló ella, ya que había pasado por tantas adversidades y no quería pensar más en ellas.

—De acuerdo, ¡vuelve a casa cuanto antes! —Franco suspiró.

Anastasia colgó el teléfono y respiró profundo; en realidad, ella no quería volver a casa aún, le bastaba con que su padre supiera que se encontraba bien. En ese instante, Lorenzo tocó la puerta y se acercó con una caja en las manos.

—Vine a traerle esto, Anastasia.

Ella, sorprendida, observó la caja que él puso sobre la mesa.

—¿Qué es esto?

—Adivine.

Anastasia observó la caja, que tenía escrita las palabras «Residencia de las Nubes 1», como el nombre de un edificio.

—¡Más vale que me lo diga de modo directo! —Ella sonrió; no quería adivinar.

—La Residencia de las Nubes 1 es un condominio lujoso de 370 metros cuadrados, que vale 120 millones de dólares. Es una propiedad superior que fue renovada y decorada de manera lujuriosa, que fue preparada para usted y se puede quedar allí. Se lo merece —dijo Lorenzo mientras abría la caja, que contenía seis llaves y una tarjeta de puerta.

—¿Esto es para mí? —preguntó ella, frunciendo el ceño.

—Anastasia, esta es una gratificación de parte del presidente Palomares, quien cambió su domicilio a la unidad de la Residencia de las Nubes 1. ¿No la sorprende y emociona esto?

—Lléveselo; no lo necesito —rechazó con frialdad, pues que no quería aceptar favores de los Palomares en absoluto.

—¿Por qué sigues pensando en ella? —dijo, con resentimiento en los ojos—. Ella te avergonzó en el pasado, así que no puedes dejarla volver a casa.

—Noemí, lo he pensado por un largo tiempo y siento que ella no es esa clase de persona. Debe haber un malentendido y, de todas formas, han pasado muchos años. ¡Olvídalo ya!

—¿Cuál malentendido? Érica le tomó fotografías en los lugares que frecuentaba en medio de la noche; las pruebas eran evidentes.

Noemí de verdad no esperaba que Anastasia, a quien habían echado, volviera ahora.

«¿Habrá notado el desarrollo de nuestra empresa y, por ello, regresó para competir por los bienes de la familia? ¡No! Eso le pertenece a mi hija. ¡Pasará por mi cadáver si Anastasia le pone las manos encima!».

Al darse cuenta de que su mujer no estaba contenta, Franco no dijo nada más y subió las escaleras, estando un poco cansado. Luego, Noemí tomó el teléfono y marcó el número de su hija.

—¡Hola, mamá!

—Érica, ¿quién crees que volvió?

—¿Quién?

—La pequeña zorra de Anastasia contactó a tu padre hoy y volvió.

—¿Qué? ¿Cómo se atreve a volver?

—Debe estar interesada por los bienes de nuestra familia y ha de querer una parte de estos. Conmigo aquí, no podrá ponerle ni un dedo encima —resopló Noemí con frialdad y una cara de amargura.

—Fui capaz de deshacerme de ella hace cinco años, así que, aunque vuelva, podré hacerlo de nuevo —dijo Érica, también segura de ello.

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