IntensaMente (COMPLETO) romance Capítulo 43

C U A R E N T A- y- D O S

Recuerdos borrosos recorren mi mente, cosas que no entiendo pero me acelera el corazón de miedo, atada, golpeada, ardores, una y otra vez y no comprendo absolutamente nada hasta que en mis recuerdos el pitido constante de una máquina se cuela por mis oídos, abro los ojos con dificultad, la luz y la hinchazón no me deja. Dolor intenso en todo el cuerpo como si me hubieran atropellado varias veces aunque no se como se sentiría eso.

—Cielo... —una voz dulce y familiar me recibe. Pero estoy bloqueada y no se quién es aunque la sensación de conocerla me oprime más el cerebro. Sale de la habitación y regresa con varias personas que distingo cómo doctores o enfermeras.

Me hacen preguntas que quedan en el aire y me revisan cautelosamente.

—Me duele la cabeza... no sé, mi mamá.. llamen a mi mamá por favor... Mónica Kipling —el médico me ve con cuidado y asiente.

—¿Recuerdas algo? lo más mínimo. —sólo niego con miedo.

—¿Recuerdas a esta mujer? —vuelvo a negar y ella suelta lágrimas que oprime mi corazón.

—Lo siento... quiero ver a mis abuelos

—Ellos no están aquí... pero si su papá

¿Papá?

—Disculpe... yo no tengo papá.

El asiente y sale y me deja un rato con esa mujer que no conozco y habla de cosas que no entiendo.

Entra varias personas.

Parece un funeral, su silencio y la cara de tristeza.

—¿Que sucede...?

—Lo que sucede en realidad es que tuviste un accidente y has perdido parte de tu memoria. En realidad no la has perdido, sino están bloqueadas por el tiempo que estuviste expuesta.

—¿Expuesta? —entra otros dos hombres que me miran impacientes.

—Te han secuestrado y por lo visto sufriste una deshidratación grave y además los días sin comer... el detective Soto —señala a un hombre— quiere hablar contigo pero si ves que no puedes no lo hagas —continúa el médico.

—No entiendo nada —mis lágrimas caen— quiero hablar con mi mamá. —los hombres que habían entrado de último salieron y todos me miran— ¿por qué me secuestrarian? —digo pensando en voz alta

—Estabas ayudándonos a resolver un caso y saliste lastimada —dice apenado Soto— pero tranquila todo está resuelto. Mejor venimos mañana.

Todos hacen ademán para salir y me siento sola, por la ausencia y el silencio de todos. Me impaciento y no procesé lo que dije, sólo salió de mi boca:

—¡Chuy no me dejes sola...! tengo miedo —todos voltearon al darse cuenta que recordé el nombre de la señora y no se porqué sólo lo soltó mi boca.

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