Hanna.
Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide.
En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida.
No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio.
- “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido.
- “De verdad, John tiene razón, sólo me hacia un regalo por mi cumpleaños.”- me decía Candece detrás de él. Al ver que se detenían delante de mí, impidiéndome avanzara, me crucé los brazos, y los miré seria.
- “Me voy a ahorrar el hecho que me consideréis estúpida, pero creo haberte dejado claro que no quiero verlos más.”- le dije mirándole a los ojos a John.
Por un segundo, vi como el intentaba buscar algo que decir, y al final optó por enfadarse, para justificar su falta, lo conocía tan bien que hasta sus expresiones las identificaba rápido.
- “Tú tienes la culpa, casi nunca estas, siempre estás trabajando, o estudiando, es normal que termináramos así Candece siempre está ahí para atenderme, así que siéntete responsable también.”- me dijo, y yo casi estallo de risa ante esa excusa. Pero Candace lo secundó.
- “Es verdad, Hanna, tú no sabes tratar a John como se merece, yo sí, le doy lo que él quiere, en realidad es bueno que te enteres así, y dejes de meterte entre nosotros.”- dijo está agarrándose del brazo de John, y mirándome con descaro.
Al parecer esa acción no le gustó a John que intento alejarla, mientras ella se agarraba más fuerte a él. Iba a ponerlos a los dos en su sitio, cuando una voz que no esperaba surgió a mi espalda como la primera vez.
- “Vaya Hanna ¿problemas de nuevo en el trabajo, con otra pareja? Parece ser que su profesión no es muy rentable, si tiene que dar explicaciones por lo que hace, a cada paso que da.”- dijo esa voz magnética, con dejes de burla.
Hasta ahora, mis sentimientos eran más de dolor, y decepción, por sentirme traicionada, que, de furia, pero esa voz y su significado, me hizo ver que la furia, también era un sentimiento adecuado, sobre todo si el que lo generaba era un gillipollas metomentodo, que se creía con derecho a juzgar al resto de los mortales.
Me giré lentamente, olvidándome de esos dos traidores, y centrando, como una forma de desahogarme, en la persona que, en este momento, era mi mejor rival, el que más se lo merecía, por bocazas y entrometido.
- “Veo que hay días que es mejor quedarse en casa, las alimañas salen por todos lados.”- dije mirándole a los ojos, intentado que esa mirada de hielo, no me congelara el alma.
El bocazas lobo, iba, por desgracia, y de forma muy injusta, muy bien vestido, arrebatadoramente sexy, con un traje que valdría lo que me costaba a mí un semestre en la universidad. Además, no iba sólo, varias personas a su alrededor todos trajeados, entre hombre y mujeres, que lo seguían como perritos falderos a su amo. El aura de poder que, destilada ese maldito estúpido a su alrededor, se podía cortar con un cuchillo.
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