Anastasia.
—¿Entonces? ¿Contratada, contratada? ¿O solo te pondrán a prueba?
Yo tuve que pasar el trago varias veces, los ojos de mis papás estaban sobre mí, mientras mis manos apretaban la carpeta de una forma exagerada contra mi pecho.
Y sí, tenía un contrato, uno que me ponía a prueba por tres meses, pero que el pago era escandaloso y no había forma de que ahora declinara.
—Ya saben… —finalmente dije—. Son tres meses de prueba y luego ellos decidirán… pero me pagarán muy bien…
Igor fue el primero en sonreír, y luego miró al techo y cerró los ojos.
—Hemos orado mucho y… Dios ha oído nuestras peticiones… te lo dije… había que confiar.
Por supuesto, me sentí en la inmunda ante sus palabras.
Mamá se levantó enseguida, y dejé que me rodeara en sus brazos. Aproveché el momento para también cerrar los ojos y pedir perdón. Pero esperaba que esto fuese transitorio, aunque las palabras de ese hombre aún rondaban en mi cabeza.
“Un pacto con el diablo, y nunca podrás salir de ello…”
—Tenemos que celebrar… todo el mundo debe saber que mi chica es exitosa…
Negué varias veces al escuchar a papá.
—No pá… de hecho debo comenzar mañana mismo… no tengo tiempo… —su rostro me mostró decepción, así que me adelanté—. Pero podemos aplazarlo para otro día…
Y sonrió.
—¿Puedes llevarme a comer helados? —me giré hacia Irina que había permanecido expectante y sonreí.
—Todos los que quieras…
—¡Yey…! —ella comenzó a correr por la casa, y no pude evitar que se me formara una sonrisa.
—Irina estará más fuerte, si tiene todas las medicinas para su anemia.
Mama asintió, y prontamente la cena fue servida.
Estaba terminando de secarme el cabello para ir a dormir, cuando mi teléfono sonó.
El número era desconocido, y, además, privado, y aunque no solía responder a estas horas, lo tomé sin más.
—Buenas noches…
—Asistente Kozlov…
Mis ojos se abrieron mucho.
Era él, mi jefe mafioso.
—Aquí estoy viendo… ¿Te llamas Anastasia? ¿Cómo una princesa de Disney? —tuve que retener mi respiración.
¿Por qué siempre sentía que se burlaba de mí?
—Señor… señor Kozlov… ¿Necesita algo? —intenté ser profesional.
—No… por alguna razón me traje tu carpeta y estoy leyendo el contrato que te prepararon… dime Anastasia… ¿Estás lista para la acción?
Parpadeé varias veces, y de hecho me golpeé la rodilla con la mesa de noche, pero reprimí el sonido.
—Señor… ¿Mañana debo ir a la empresa?
—No… vendrás conmigo… pásame tu dirección, un chofer pasará por ti…
Casi me atraganto con la saliva.
—Ammm. No, no hace falta… yo…
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