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La Chica Dhall © romance Capítulo 1

Capítulo extra uno

Años después...

Me recuesto del marco de la puerta observando ese pelo rojo descansar sobre la almohada blanca en la cama, sus pestañas cobrizas parecen ser más largas de lo normal, su respiración es pausada y sus labios por la mañana son más rosados de lo habitual, bajo por su mandíbula y escaneo esas espadas entrecruzadas con las iniciales de mi nombre.

Z.R.D.W

Solo quedan los recuerdos de lo que una vez fuimos, pero sinceramente prefiero que sea así a no estar con él por el resto de mi vida.

Mi pelirrojo.

Muerdo mis labios al ver como se voltea y me deja ver esos lindos abdominales marcados, estira sus brazos al despertar y finalmente abre sus ojos. Sonríe —Del uno al diez, ¿cuánto disfrutaste con la vista?

Tuerzo mis labios y miro una de las paredes blancas simulando pensar detenidamente —Cero —digo y asiento convencida de mi respuesta.

Len se levanta de la cama y como un cazador camina en mi dirección, me despegó del marco de la puerta y con cada paso que da yo retrocedo.

—¿Acaso me tiene miedo, señorita Dhall?

Niego repetidas veces —No, yo nunca te tuve miedo y nunca te tendré miedo.

Sus brazos me encierran al final del pasillo y giro mi cabeza hacia las escaleras —¿Te pongo nerviosa?

—Tampoco.

Acerca, en una tortura para mí, sus labios a mi mejilla y su respiración caliente chocando a un costado de mi cuello me eriza completamente —¿Ah no? —susurra y sopla suavemente haciendome apretar las piernas —Entonces, ¿por qué estás así si no siquiera te he tocado?

Intento responder, pero un estruendo llama la atención de ambos y él es el primero en salir corriendo hacia afuera para ver lo que ha sucedido.

Salgo más allá de la puerta y veo como las barreras del mundo demoníaco se abren dejando sueltos a una gran cantidad de demonios que se desplazan en diferentes direcciones.

Esto no está bien, nada bien.

Tomo de la mano a mi compañero de vida y lo jalo hacia dentro de la casa protegida, pero sus pies no deciden moverse de donde están.

—¡Len! —lo llamo y sus ojos conectan con los míos —¿qué haces? Aquí no estamos seguros, nos pueden atacar y podemos morir.

Un momento.

Me separo de él —¡¿Tú lo sabías desde un principio y no me dijiste?!

Se encoje de hombros —Quería que fueses tú quien te dieras cuenta de estas cosas, pero estás tan enfrascada en sentirte una humana que ya no notas los pequeños detalles que pueden hacer la diferencia, dime algo, ¿desde que estás conmigo no puedes pensar con claridad?

Ruedo mis ojos —Ya quisieras tú, pelirrojo.

Nuevamente sus brazos me atrapan y se enrollan en mi espalda —Lo que tu digas, niña linda, pero creo que ya... Ya va siendo hora de alimentarnos de la energía de otros, ¿no? —remoja sus labios —¿o quieres envejecer conmigo a tu lado?

Sonrío de lado —Entre los dos sabemos que ninguno quiere envejecer — giño —pero eso de estar contigo toda una vida me suena muy tentador —muerdo mis labios —¿vamos? —mis manos capturan la suya y lo veo, por encima de mi hombro, negar.

—Quién diría que una pequeña niña tendría el poder de dominarme de esta forma —pasa sus dedos por el cabello acomodando varios mechones rojos.

Volteo a verlo —No es porque soy pequeña o porque soy una niña o incluso porque tengo estos ojos grises que te gustan, —lo atraigo a mí y tomo su rostro con fuerza —Si te domino de esta manera es porque soy una Dhall —lo suelto —recuérdalo, Len Grayson Ivanov.

...

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