Verónica estaba temblando de miedo, pero Samuel, bajo el doble efecto de los medicamentos y el dolor, ya había perdido la lucidez.
"¡Cómo que no eres Ariana! ¿Quieres escapar, no? Tu padre ya te vendió, apúrate, no puedo más."
Dicho eso, intentó arrastrar a Verónica hacia la habitación.
Sobre el cuerpo de Verónica solo había una bata de baño, y debajo llevaba la ropa interior que había elegido para Oliver, por lo que no era necesario mencionar lo sexy que se veía.
Con la manera violenta en que Samuel la arrastraba, la bata se soltó por completo.
Al ver lo que llevaba puesto debajo, los ojos de Samuel se tornaron rojos sangre y le soltó una bofetada diciendo: "¡Puta! ¡Qué provocativa!"
Verónica quedó aturdida por el golpe, con un zumbido en la cabeza y sin poder articular palabra alguna, solo sentía dolor, un dolor que invadía todo su cuerpo.
"¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude!"
Para evitar que otros interrumpieran el plan de Samuel, Verónica los había despistado a todos con anticipación, y en aquel momento no había nadie en el lugar.
Ni Aarón ni los guardaespaldas podían imaginar que ella quisiera subir a ver qué sucedía por sí misma, así que nadie sabía que estaba allí.
Desesperada, Verónica se agarraba del marco de la puerta, pero no podía resistir la fuerza de un hombre en plena ebullición, y terminó siendo arrastrada hacia adentro.
Samuel, entre maldiciones, le rasgó la ropa.
Verónica lloraba sin cesar, pero era inútil.
En ese momento odiaba aún más a Ariana. ¡Todo era culpa de esa maldita mujer!
¡Ella se aseguraría de que Ariana pagara el precio!
Por otra parte, Ariana ya había llegado al cuarto piso, con el corazón en la boca, mirando hacia atrás para ver si alguien la seguía mientras corría.
Aturdida, se escondió en un oscuro rincón por un momento, hasta que el sonido de los pasos desapareció, y entonces avanzó por el pasillo hacia adentro.
¿Dónde diablos estaba Oliver?
Sacó su celular y volvió a marcar el número de Oliver.
Creía escuchar el tono de llamada, pero no estaba segura si era su imaginación, hasta que encontró la puerta que estaba cerrada con llave desde afuera.
Ariana golpeó la puerta y lo llamó: "¿Presidente Borges?"
Pero el aislamiento acústico de la habitación era tan bueno que, aparte del timbre del teléfono, no se escuchaba nada más.
Ariana, angustiada, forcejeó con la cerradura un rato hasta que la seguridad de la familia Romero, enviada por Gabriel, llegó al cuarto piso para ver qué pasaba, sin esperar que alguien hubiera cerrado la puerta de la habitación de Oliver.
Alarmados, forzaron la entrada.
Ariana murmuró algo en respuesta y se dio la vuelta para caer profundamente dormida.
Oliver suspiró aliviado, finalmente liberando lo que estaba atorado en su corazón.
Con la luz tenue de la ventana iluminando, levantó un mechón de su cabello húmedo por el sudor y lo colocó detrás de su oreja.
El cielo ya mostraba un matiz pálido del amanecer, él besó su frente y luego la abrazó para dormir.
Ni siquiera tuvo tiempo de preguntarse por qué Ariana sí, y otras mujeres no.
Mientras tanto, en la planta baja, Verónica estaba completamente magullada.
Samuel había recobrado la conciencia y recién se había dado cuenta de que se había confundido de persona; después de todo, esa era la señorita de los Moore. Preocupado por cómo explicárselo a Luis, comenzó a hablar con una voz untuosa.
"Oye Vero, lo de anoche no fue a propósito, ¿cómo iba a saber yo que tú también estabas en este piso? Mira, ¿por qué no dejamos esto así nomás? Aunque los Moore quieran hacer un problema, no perderías mucho, además, esta tampoco es tu primera vez, no hay necesidad de hacérselo saber a todos, ¿verdad?"
Los ojos de Verónica estaban hinchados de tanto llorar, llenos de resentimiento.
Escuchó golpes en la puerta y se estremeció de miedo. Algo malo pasaría, la noche anterior había organizado una escena para atrapar la infidelidad de Ariana, y en aquel momento, probablemente su gente había llamado a todos los demás de ese piso.
Originalmente, había pensado en exponer a Ariana para que todos se rieran de ella, pero en aquel momento ella misma se había convertido en el centro de la burla.

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