Ariana seguía en silencio detrás de él, sintiéndose cada vez más extraña por la situación en la que se encontraba.
Faltaban solo dos horas para que comenzara la subasta y Oliver probablemente volvería a buscarla.
"Señor Wilson, vine con un colega y creo que debo ir a buscarlo. Si necesita compañía, ¿podemos encontrarnos en la entrada de la subasta?" Propuso Ariana.
Después de todo, no parecía que Oliver la necesitara como acompañante.
Desde que Charles colgó el teléfono, había estado frunciendo el ceño y entonces dijo: "Llama a tu colega, esta noche tú vienes conmigo."
Ariana tragó saliva, ya que en realidad no sabía el número de teléfono de Oliver.
Charles arqueó una ceja y finalmente, soltó una risa mientras cuestionaba: "Señorita, ¿de verdad trabajas para el Grupo de Inversión Borges?"
"Sí."
Charles asintió y al momento sacó su teléfono, llamando a Ángel.
"Dile al Presidente Borges que le voy a pedir prestada una empleada."
Tras decir eso, miró a Ariana y le preguntó: "¿Cómo te llamas?"
Ariana se quedó de piedra y abrumada por la situación, dijo sin inmutarse: "Luz Pérez."
Charles no dudó y le dijo a Ángel: "Se llama Luz, será mi acompañante esta noche. Probablemente falte a la reunión con el Presidente Borges, pero cuando vaya a Los Ángeles, lo invitaré a cenar."
Ángel, mirando el teléfono colgado, trataba de recordar el nombre, pero no le sonaba.
Si Charles se había fijado en ella, Luz tenía que ser impresionantemente bella, pero ¿había alguien así en el Grupo de Inversión Borges?
Frunció el ceño y dijo mientras miraba a Oliver, el cual tenía los ojos cerrados: "Charles llamó para pedir prestada a una de tus empleadas como acompañante, una tal Luz."
Oliver parpadeó y abriendo lentamente los ojos, preguntó: "¿Quién?"
"Luz. Bueno, Luz Pérez." Repitió Ángel con un gruñido y luego indagó: "¿Desde cuándo tienen a una mujer así en el Grupo de Inversión Borges a la que Charles tiene que tomar prestada personalmente?"
Oliver bajó la mirada, tensando la línea de su mandíbula.
Parecía que se levantaba una niebla en sus ojos, que se disipaba lentamente y casi sonriendo, murmuró: "Luz."
Levantó la cabeza y le dio una orden a Nicolás, que conducía: "No necesitamos volver a la mansión."
Nicolás se sorprendió, ya que la ruta original era para recoger a la señorita Moore.
¿Ya no iban?
Sin preguntar más, simplemente cambió de dirección.
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