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La Doctora Maravilla romance Capítulo 22

Alondra tiró del brazo de su marido con fiereza.

—No te atrevas... —le advirtió.

En lugar de acercarse a saludar a su hija, Maximiliano solo pudo quedarse a la fuerza junto a su esposa.

—¿Cómo se atreven los pobres hermanos indigentes a presentarse en un evento tan prestigioso? —susurró Alana a Alondra.

—¡Exacto! —Alondra puso los ojos en blanco—. Deberían estar agradecidos de que aún pueden permitirse las cosas básicas de la vida desde que los desterraron de la familia. Ni se les debería ocurrir aparecer por aquí —se burló.

—Quizá vinieron para llamar la atención. —Se rio Alana—. ¡Ambos sabemos que a Emma le encanta ser el centro de atención!

—Señor Rivera. —Sonrió Emma amable mientras se dirigía hacia Abel—. ¡Ya está aquí!

Iba vestida con una elegante blusa blanca y unos pantalones de mezclilla azules, con un aspecto fresco y radiante.

—No creí que te vería aquí —saludó Abel, con un tono de sorpresa en la voz.

—Bueno, tengo que tratar de conseguir algunas oportunidades de negocio por ahí para poder ganar algo de dinero para devolver tu generoso préstamo —bromeó Emma alegre con un brillo en los ojos, despertando algo en Abel.

Sabía que la mujer estaba coqueteando con él, pero la verdad es que lo disfrutaba. La mujer luchadora sin duda sabía cómo llamar su atención. En ese momento, alguien hizo un anuncio en la puerta.

—¡Ha llegado el director general en funciones de Grupo Adelmar!

—¡Así es, es Benjamín Iriarte!

—Pero, ¿quién es exactamente? ¿Por qué no ha dado la cara?

Detrás de la puerta giratoria de cristal, se vieron unos cuantos guardias de seguridad escoltando a Benjamín Iriarte hasta la sala. Los Rivera eran el conglomerado familiar más rico de toda Esturia, seguidos de cerca por Grupo Adelmar, con Benjamín Iriarte al mando. Los negocios de Grupo Adelmar habían aumentado y crecido bastante en los últimos años con Benjamín Iriarte al mando, por lo que los Rivera tampoco podían permitirse ofenderlo. Benjamín Iriarte era un hombre alto y delgado que desprendía un aire andrógino. Tenía una cualidad juguetona y astuta, como el tipo de persona que hablaría con acertijos solo por diversión.

Sonrió en cuanto vio a Abel Rivera y caminó hacia él. Abel extendió un brazo, dispuesto a estrechar la mano de aquel extraño hombre que tenía el mismo nombre que el ayudante de la Doctora Maravilla. En cambio, Benjamín levantó con suavidad una mano hacia Emma, indicándole que pusiera su mano en la suya. Ella parecía un poco tímida, sabiendo que los ojos de todo el mundo estaban puestos en ellos, pero al final obedeció al hombre. Tomó su mano entre las suyas, se inclinó y le plantó un suave beso en el dorso. Se escucharon jadeos en el vestíbulo mientras la multitud los observaba atónita. ¿Cómo se había ganado Emma Linares el respeto del director general de Grupo Adelmar?

Capítulo 22 Un hombre extraordinario 1

Capítulo 22 Un hombre extraordinario 2

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