La Espectacular Transformación de la Reina AI romance Capítulo 513

A la mañana siguiente, Paulina y la abuelita Romo salieron rumbo al cementerio.

Sobre la lápida, en la foto, Zeferino aparecía ya con el cabello completamente canoso.

La familia Romo tenía fama de aparentar menos edad de la que tenían.

Cuando Yolanda se divorció, Zeferino apenas pasaba de los cincuenta y todavía no tenía casi canas.

Paulina recordaba con claridad que, tras el accidente de Yolanda, menos de un año después, el señor ya tenía el pelo totalmente blanco.

El abuelo había partido por una enfermedad.

Hasta el año pasado, Paulina se enteró de que esa enfermedad tenía mucho que ver con todo lo que el hombre había guardado en su corazón durante años.

Tal vez, si él no se hubiera enfermado, aún seguiría entre ellos.

Recordar que, antes de morir, Josie solo pensaba en su hija más querida, Yolanda; pensar que, después de tantos años, Yolanda seguía sin lograr salir adelante ni empezar una nueva vida, fue demasiado para la abuelita Romo. Con los ojos llenos de lágrimas, David la sostuvo mientras se arrodillaba frente a la tumba y acariciaba con esmero la foto en la lápida.

—Viejo… —susurró con la voz entrecortada.

Quizás quería decirle que su querida hija todavía no lograba levantarse, que no había podido cumplirle su deseo. Pero, aunque tenía mil palabras atoradas en la garganta, no logró decir nada. Solo acarició la foto, llorando en silencio.

Paulina, con los ojos enrojecidos, soltó la mano de Josefina y desvió la mirada.

Josefina, sintiendo el ambiente cargado de tristeza, levantó la vista y le preguntó a Paulina con inocencia:

—¿Mamá?

Paulina negó con la cabeza, sin poder responder.

Pasó más de una hora antes de que decidieran dejar el cementerio.

Aún quedaban algunos amigos y familiares cercanos de la familia Romo en esa zona.

Cada año que regresaban, Paulina y los suyos acompañaban a la abuelita Romo a visitar a esos conocidos.

Ese año, al llegar a casa de la familia Pastor, la señora Pastor, que tenía una edad parecida a la abuelita Romo, vio a Josefina y se sorprendió:

—¿Esta es la hija de Pauli… Josie, verdad? Hace dos o tres años que no la veía, ¡ya está tan grande!

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