Resumo do capítulo Capítulo 22 de La Esposa de Lobo
Neste capítulo de destaque do romance Urbano La Esposa de Lobo, Internet apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
"¡Como el contrabando de la aduana local! Si esto saliera a la luz, ¿qué crees que pasaría?".
Donovan se puso en pie de un salto. Señaló a Andrius con la mano temblorosa y gritó: "¿Q-quién demonios eres tú?".
A Andrius le bastó una llamada para sacar a la luz todos los sucios negocios y secretos de Donovan. Ningún desconocido podía tener tanta capacidad para obligar a un hombre a tal desesperación.
Si todos los secretos sucios salían a la luz, Donovan tendría que pasar el resto de su vida entre rejas.
Andrius sonrió inocentemente al nervioso Donovan. "Señor Seaview, ya se lo he dicho. Solo soy un asistente en la oficina de la directora ejecutiva, y estoy aquí para amenazarlos".
El teléfono de Donovan siguió sonando. El tono de llamada aumentó su ansiedad. Por fin se había dado cuenta de que el "asistente" no bromeaba.
Si se negaba a cooperar, perdería su puesto en la ciudad.
Aquel pensamiento hizo que le temblaran las piernas. Cayó al suelo y empezó a suplicar: "¡Vale, vale! Escucharé lo que me digas. Por favor, detén esto".
"Puedo, pero ya sabes lo que debes hacer", dijo Andrius mientras miraba a Donovan a los ojos.
"¡Ya entendí! ¡Entendí! ¡Aceptaré cualquier sugerencia de la señorita Crestfall para el proyecto del Instituto Valiant!". Donovan asintió repetidas veces.
"Buen chico". Andrius dio unos golpecitos en la mejilla del hombre.
Donovan no se atrevió a discutir a pesar de sentirse insultado por el golpecito. Se obligó a sonreír y se esforzó por no provocar más a Andrius.
Andrius examinó de nuevo la sala y continuó en tono amenazador: "Si la señorita Crestfall sigue sin estar de humor más tarde, haré a cada uno de ustedes responsable".
Todos los miembros de la junta asintieron tímidamente mientras evitaban su mirada amenazadora. No eran santos, y los sucios secretos que guardaban rivalizaban incluso los de Donovan. Si Andrius decidía ir a por alguno de ellos, las consecuencias serían desastrosas.
"¡Te escucharemos!".
Los demás miembros de la junta hicieron coro y asintieron unánimemente.
Luna se sorprendió por la reacción de los miembros de la junta.
Hace un rato, los miembros de la junta preferían ir a la guerra con ella que aceptar sus sugerencias. Ahora, todos habían cambiado de opinión.
¿Qué había pasado?
¿Habían recobrado la conciencia?
Luna sonrió. No tenía ni idea de la causa del repentino cambio de opinión, pero se alegraba de que hubiera ocurrido.
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