La Esposa de Lobo romance Capítulo 393

¡Pum!

Con las palabras de Jace, el apoyabrazos bajo la mano de Stephen se hizo polvo en el momento.

Stephen ya estaba ardiendo de rabia.

Todos le mostraron respeto, excepto ese enano...

¡Lo estaba provocando!

Los ojos de Stephen eran tan fríos como los de una serpiente venenosa mientras miraba fijamente a Andrius abajo. Dijo fríamente: "Chico, ¿sabes quién soy? ¿Estás seguro de que quieres competir contra mí en la subasta? Si te echas atrás ahora, puedo fingir que no pasó nada".

Dio su ultimátum final. "Incluso te dejaré cambiar tu actitud después de que le pusieras las manos encima a mi discípulo".

"Pero si sigues siendo terco...".

Stephen entrecerró los ojos. La feroz luz que parpadeaba en ellos era más deslumbrante que el sol, causando que la gente temblara de miedo.

"Esto es una subasta". Andrius no se molestó en discutir con él y dijo con indiferencia: "Las subastas tratan de dinero, no de palabras. Si quieres ofertar, apúrate y haz tu oferta".

Guau.

¡Ese mocoso era simplemente salvaje!

"Ese chico es realmente atrevido...".

"Es audaz, pero... está destinado a tener un final miserable".

"La última persona que le habló así a Stephen tuvo que ser cuando estaba en preescolar, ¿no?".

"Mi cuñado hace ataúdes. Parece que pronto tendrá algún negocio".

Mucha gente se sorprendió por la audacia de Andrius. Lo ridiculizaron y lo miraron con desdén.

La nariz de Esteban se arrugó de enojo, y sus ojos se abrieron tanto que casi sobresalen de sus órbitas. Era una visión aterradora.

El reflejo de Andrius en sus ojos se rompió en un instante.

¡Stephen estaba listo para matar!

Pero era una subasta. No podía arriesgarse a causar un gran alboroto y romper las reglas de la casa de subastas.

"¡Oferto 170 millones!". Stephen gritó su precio apretando los dientes.

Andrius dijo con indiferencia: "Oferto 180 millones".

"¡190 millones!".

"200 millones".

"¡210 millones!".

"220 millones".

A medida que se intensificaban las ofertas, los precios seguían subiendo.

Stephen rechinó los dientes.

Andrius seguía indiferente.

Pero a su lado, Luna ya estaba ansiosa. ¡No tenía tanto dinero!