La Esposa de Lobo romance Capítulo 403

Renault se convirtió en el centro de atención. Era como un sol rodeado de planetas.

Los Conery no se olvidaron de burlarse de Andrius mientras adulaban a Renault.

En cuanto a Luna, fue aislada por la familia y nadie estaba allí para hablar con ella, excepto Rainbow.

Solo Rainbow conocía la verdadera identidad de Andrius. Ella se aguantó la risa y gesticuló con la boca para decirle sin hablar: “¡Dijo que quiere invitarte a nuestra casa!”.

Andrius se limitó a sonreír.

Después de ser bombardeado con halagos, Alec sacó una hermosa caja y se la dio a Jane. “Madre, hoy es tu cumpleaños número 70. No tengo nada de valor, pero estas son unas pulseras de jade recubiertas de oro. Quiero dártelas en este día especial mientras te deseo una vida larga y saludable, y deseo que mi familia sea bendecida con prosperidad”.

Jane aceptó la caja con una gran sonrisa. “Gracias, Alec. Gracias”.

“Madre, este es mi regalo para ti”. Bernard sacó un collar de perlas.

Otra de las hijas de Jane comenzó a darle los regalos que habían preparado. Tras ella, llegó el turno de los más jóvenes.

“Abuela…”.

Renault abrió un maletín y le presentó el regalo a Jane con ambas manos. “Escuché que estaba enferma hace poco. Al principio quería pujar por el yinsén del rey salvaje en la subasta, pero no lo obtuve, así que gasté tres millones para obtener este hongo reishi para usted. Espero que se mantenga sana y hermosa todo el tiempo”.

¡Impresionante!

El hombre había hablado con elocuencia cuando le presentó aquel regalo tan apropiado.

La sonrisa de Jane se amplió, lo que le hizo mostrar su dentadura de oro. “Renault, el que estés aquí es el mejor regalo que pude recibir, pero además me traijste algo tan valioso…”.

A pesar del discurso de cortesía, las manos de Jane se dirigieron instintivamente al maletín.

Tras esto, llegó el turno de Luna y Andrius.

Luna reveló el yinsén del rey salvaje. “Abuela, este es el yinsén del rey salvaje con una antigüedad de 80 años. Le deseo que esté siempre sana y salva”.

¡¿El yinsén del rey salvaje?!