La Esposa de Lobo romance Capítulo 473

”¡Entren! Será mejor que se comporten y que no intenten ningún truco. ¡De lo contrario, no los perdonaré!”.

El capitán de los guardias de seguridad se detuvo frente a la puerta y, uno por uno, metió a la fuerza a Zenith y al resto de su grupo al sótano.

“Cof, cof…”.

“M*erda, este lugar apesta…”.

“¡Aah! ¡Hay telarañas!”.

“B-buagh…”.

Zenith y el resto estaban en un estado miserable.

Cuando entraron en el sótano, el olor a moho y polvo los hizo toser sin control.

Algunos incluso vomitaron.

A pesar de todo, estas personas seguían siendo Crestfall.

Zenith parecía miserable. Su cabeza sangraba, y su cara estaba negra y azul.

Sin embargo, por el momento, no tenía más opción que seguir haciendo llamadas, con la esperanza de que alguien fuera a salvarlo. De lo contrario, estaría encerrado en ese lugar para siempre.

En cuanto a los Crestfall, la emoción que tuvieron en un inicio tras conocer a Zenith obviamente desapareció. Ni siquiera le ofrecieron una sola palabra de consuelo. No había razón para ello. Aunque ese día habían comido bien con Zenith, no había sido una comida gratis, y habían tenido que recibir una paliza para pagar por esto.

Estaban a mano. Más o menos.

Todos contenían su ira, incapaces de decir nada.

“¿Qué pasa?”.

Por fin, después de una cantidad desconocida de llamadas, Langley respondió a la llamada de Zenith. “Será mejor que seas claro, mocoso. ¿Por qué me llamaste tantas veces?”.

“Papá, por fin contestas”. Zenith no pudo evitar llorar como una niña pequeña. “¡Me dieron una paliza!”.

Justo después de decir eso, Zenith le contó a su padre todo lo que había ocurrido.

“¡Tú-!”. Tras escuchar las palabras de Zenith, Langley alzó la voz con enojo. “¿Cuántas veces te lo he dicho? Los negocios son importantes. ¡El negocio familiar es importante! Mocoso… Lidiaré contigo cuando regreses a casa. Te enviaré 10 millones, así que sal primero”.

Tras esto, Zenith buscó al capitán de los guardias de seguridad y pagó más de cinco millones por la comida.

Aunque le gustaba presumir, no era tan molesto.

“¿Dormiste bien?”.

Andrius escuchó el ruido y sonrió mientras se mecía en su silla.

“Sí”.

Luna se acababa de despertar, por lo que su voz todavía estaba ronca. Bajo esa interminable luz plateada, bajo la hermosa luz de la luna, ella se veía lánguida y tentadora.

Era como... sostener un gato en brazos.

Sin embargo...

Luna miró por la ventana y extendió su mano blanca e impecable. La brillante luz plateada caía sobre su piel, lo que hacía que la textura de su palma brillara intensamente.

Ella quería agarrar un rayo de luz de luna y llevárselo consigo. Así no tendría que preocuparse tanto, ¿verdad?

Desgraciadamente, la luz de la luna nunca podía ser retenida, y de todas formas tenía que enfrentarse a los asuntos triviales.